Es el momento de fijar una posición respecto al referendum de mañana 02. Más allá, es una necesidad fijar una posición clara frente a lo que ocurrirá mañana y a lo que ocurrirá los próximos días.
Voy a votar. Por supuesto, por la opción del No, lo cual es casi obvio.
Pero es bueno aclarar algunos términos:
- Nunca creí que la opción era entre votar o abstenerse, ni siquiera entre las opciones "Sí" o "No". El gran problema era (y sigue siendo, desde mi punto de vista) qué hacer después. Votar y luego qué. O abstenerse y luego qué.
- El "luego qué" tiene muchas razones: no confío ni un poquito en el Consejo Nacional Electoral (CNE); no me inspira un poquito de tranquilidad Tibisay Lucena o Germán Yépez, ni siquiera Vicente Díaz, supuesto "representante" de la oposición en el CNE. Así como no confié en Francisco Carrasquero ni en Jorge Rodríguez.
- Tampoco confío en el Tribunal Supremo de Justicia, ni en el "Poder Ciudadano", ni mucho menos en la Asamblea Nacional (en realidad, no confío en sus representantes visibles, quienes abusivamente han bailado "pegao" con el gobierno desde hace muchos años).
- Es decir, no hay instituciones ni representantes lo suficientemente creíbles como para esperar un comportamiento equilibrado o, al menos, apegado a las normas legales.
- Pero el mundo institucional también abarca a los partidos políticos de oposición y sus representantes. Manuel Rosales, Teodoro Petkoff y Julio Borges dejaron su credibilidad bastante lesionada luego de las elecciones del 2006.
- Sin embargo, sus partidos son casi la mejor referencia institucional que tenemos frente al gobierno: Un Nuevo Tiempo y Primero Justicia en primer término; Podemos y Acción Democrática en segundo término. Las demás cartas de la oposición son personalidades: Raúl Baduel; Marisabel Rodríguez; Herman Escarrá; Yon Goicoechea; Ricardo Sánchez.
- El Movimiento Estudiantil tiene mi aprecio y respeto, independientemente de lo que pase de aquí en adelante con ellos. Sabemos que su irrupción en la sociedad como movimiento articulado, "reposicionó" al gobierno y destrabó, aunque sea por momentos, la polarización que está arrasando con nuestro país. Es más de lo que ha logrado cualquier otra organización en una década o más. Y eso vale.
- Nunca quedó claro qué es lo que se va a hacer después de votar. Es tanto el ruido alrededor del voto que casi ningún representante ha logrado establecer un camino claro en caso que el "No" sea derrotado con votos o con la "ayuda" del CNE.
- ¿Qué pasa si mañana a las 11 de la noche nos anuncian el triunfo del "Sí" y hay elementos claros para pensar en un resultado alterado? ¿Cuál será el camino? ¿La lucha legal o la pelea en las calles o ambas? ¿Rebelión civil y militar o simplemente acatamiento del resultado fraudulento con múltiples llamados a la calma?
- Todos hablan de ir a "cuidar" los votos. ¿Cómo se hace eso? ¿Apostándose en las afueras de los centros de votación? ¿Exigiéndole a los efectivos del Plan República que nos dejen pasar a los colegios? ¿Y si no les da la gana de dejarnos pasar, a quién llamamos, qué haremos? ¿Se paralizará al país? ¿Se cerrarán las calles?
- ¿Se organizará la protesta en las calles? ¿Marcharemos, esta vez sí, a Miraflores? ¿Y qué pasaría si los voceros heterogéneos de la oposición no están de acuerdo en lo que hay que hacer si hay fraude? ¿Si Baduel llama a invocar el artículo 350 de la reformada, pero el Movimiento Estudiantil llama a las calles y UNT - PJ llama a la calma y la desmovilización?
- ¿Y si Globovisión es silenciado o se "autosilencia" y tumban las páginas de internet que puedan "hablar"?...
En todo caso, mi decisión es clara: ir a votar y defender, de ser necesario (creo que lo será), en las calles el resultado. Y que sea lo que Dios quiera, si bien pienso que mañana tampoco será el temido "día D".
Por último, voy a transcribir un extracto de un ensayo del autor Fernando Mires, del libro "Al Borde del Abismo. El chavismo y la contrarrevolución antidemocrática de nuestro tiempo" (2007):
"Votar es elegir. Entre el uno y el otro. O entre lo uno y lo otro..."
"Elegir es vivir, pues sin elegir entre esto o aquello, no hay vida..."
"Cuando voto, solo, frente a la urna, pongo en juego, con una simple cruz, mi existencia política. Voto, luego existo. Esa decisión marcada en un simple papel es también el resultado de mi propia biografía. Pues en virtud de lo que uno es, o ha llegado a ser, elige..."
"¿Y si te roban el voto? -me dirás- No el derecho al voto, como una vez mí me lo robaron, sino el mismo voto. ¿Valdrá la pena entonces votar? Sí; aún así, vale la pena votar. Porque el que roba tu voto, no tú, será el ladrón. Si no votas, nadie te robará el voto, y luego no habrá ningún ladrón... el que te robó el voto, sabrá, por lo menos frente al espejo de sí mismo (y todos lo llevamos, aunque algunos muy adentro) que es un ladrón. Haz entonces, con tu voto, que el ladrón se sienta un ladrón y no un triunfador"
"Podrá mandar el ladrón, pero nunca gobernar. Y entre mandar y gobernar, hay mundos de distancias".
Concuerdo en la mayoría de argumentos con Mires, aunque reconozco el tono romántico que le imprime, producto quizás de su propia biografía. A todo, con el respeto del autor, le añadiría que no basta con dejar al descubierto al ladrón: hay que enfrentarlo y recuperar lo robado. Esa es mi apuesta.
Que Dios nos proteja a todos.
¡VIVA LA RÉSISTANCE!
¡VIVA VENEZUELA!
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