Aunque me provoque, no voy a hablar de la reconversión monetaria ni de la "muerte" de nuestra moneda (el bolívar), a manos de la inflación galopante y la devaluación. De hecho, el bolívar, la moneda, renacerá entre las cenizas reconvertida en "bolívar fuerte".
"Fruto de la exacerbación que existía contra Bolívar en la Nueva Granada fueron los reproches formulados al Libertador en Fucha por uno de los militares granadinos más adictos a su persona, el general Posada Gutiérrez. La escena, impregnada de un tremendo dramatismo, la describe el propio Posada Gutiérrez en los siguientes términos: "allá en su retiro íbamos a verle los diputados una vez que otra, y las personas notables de la ciudad con más frecuencia que nosotros. Una tarde de las en que me hizo el honor de invitarme a su mesa, salimos a pasear a pie por las bellas praderas de aquella posesión; su andar era lento y fatigoso, su voz casi apagada le obligaba a hacer esfuerzos para hacerla inteligible; prefería las orillas del riachuelo que serpenteaba silencioso por la pintoresca campiña, y con los brazos cruzados, se detenía a contemplar su corriente, imagen de la vida. "¿Cuánto tiempo (me dijo) tardará esta agua en confundirse con la del inmenso océano, como se confunde el hombre en la podredumbre del sepulcro con la tierra de donde salió? Una gran parte se evapora y se sutiliza, como la gloria humana, como la fama. ¿No es verdad coronel?". "Sí, mi general", contesté yo, sin saber lo que decía, conmovido con el anonadamiento en que veía caer a aquel hombre eminente, tan mal comprendido. De repente, apretándose las sienes con las manos, exclamó con voz trémula: ¡Mi gloria! ¡mi gloria! ¿Por qué me la arrebatan? ¿Por qué me calumnian?..."
"En los postreros días de su calvario, a Bolívar le estaba reservada una última y dolorosa prueba: el 1° de julio, por correo de Bogotá, supo que el Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, el más noble de los generales de Colombia y también el más fiel de sus amigos, al dirigirse a los departamentos del Sur había sido asesinado en la montaña de Berruecos por oscuros malhechores, enviados por quienes aspiraban a convertir aquellas provincias en feudos políticos para su propio encumbramiento. Al enterarse el Libertador de la increíble y funesta noticia, exclamó horrorizado: "Dios excelso: se ha derramado la sangre del inocente Abel..."
"Probablemente el clima y sin lugar a dudas el hondo traumatismo moral que le produjo el asesinato del héroe de Ayacucho determinaron el súbito agravamiento de sus dolencias, de tal manera que sus amigos encarecieron a Bolívar la necesidad de abandonar pronto a Cartagena. "Mi flaqueza es tal -escribía- que hoy mismo me he dado una caída formidable, cayendo de mis propios pies y medio muerto..."
Fuente: Bolívar, de Indalecio Liévano Aguirre (una biografía clásica sobre el Libertador, bien escrita y documentada)Última proclama
A los pueblos de Colombia
Colombianos:
Habéis presenciado mis esfuerzos para plantear la libertad donde reinaba antes la tiranía. He trabajado con desinterés, abandonando mi fortuna y aun mi tranquilidad. Me separé del mando cuando me persuadí que desconfiábais de mi desprendimiento. Mis enemigos abusaron de vuestra credulidad y hollaron lo que me es más sagrado, mi reputación y mi amor a la libertad.
He sido víctima de mis perseguidores, que me han conducido a las puertas del sepulcro. Yo los perdono.
Al desaparecer de en medio de vosotros, mi cariño me dice que debo hacer la manifestación de mis últimos deseos. No aspiro a otra gloria que a la consolidación de Colombia. Todos debéis trabajar por el bien inestimable de la Unión: los pueblos obedeciendo al actual gobierno para libertarse de la anarquía; los ministros del santuario dirigiendo sus oraciones al cielo; y los militares empleando su espada en defender las garantías sociales.
¡Colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la Unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro.
Hacienda de San Pedro, en Santa Marta, a 10 de diciembre de 1830.
Simón Bolívar
Bien lejos estoy de pretender desarrollar alguna tesis histórica sobre la muerte del Libertador. Pero sí creo que los datos que aporta la biografía de Liévano Aguirre (no muy diferente a otras tantas biografías de Bolívar) ayudan a entender algunas cosas de las que no se habla: Simón Bolívar, luego de sucesivos reveses políticos en los últimos años de su vida, comienza un progresivo desencantamiento que se refleja en sus cartas y documentos, aferrándose cada vez más a su utopía unionista expresada en la Gran Colombia.
Y voy más allá. Chávez se considera una especie de hijo reencarnado del Libertador, seguidor de su magnífica obra del siglo XIX en pleno siglo XXI. Entonces, si a Chávez lo quieren matar desde hace años, ¿por qué no habría de haberle ocurrido lo mismo a Bolívar?
Si finalmente logra torcer la historia y decir que a Bolívar lo mataron, entonces todo cuadrará con la historia de Chávez: a él también lo quieren matar (como al mismísimo Libertador, lo cual los pone al mismo nivel del Ché y de Cristo).
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