Ministro Vuitton

Uno de los personajes más emblemáticos de la revolución chavista es, sin dudas, el Sr. Pedro Carreño, nuestro flamante Ministro del Poder Popular para las Relaciones Interiores y Justicia (por cierto, esa ridiculez de ponerle a todos los ministerios esa coletilla de "Poder Popular" revela la orfandad de criterio y lógica que sostiene al gobierno).

El Sr. Carreño (nada que ver con el autor del Manual de Urbanidad), es una verdadera vergüenza nacional. Este señor, extraído de la Fuerza Armada Nacional, se dio a conocer políticamente con un par de "mentirijillas" que lo dejaron en el más perfecto de los ridículos:


"Las andanzas del ex diputado por el mundo de las declaraciones estrafalarias comenzaron por el año 2001 cuando, ante los rumores que situaban a Vladimiro Montesinos en suelo venezolano, aseguró tener pruebas de que el ex asesor de seguridad peruano se encontraba muerto: "A Vladimiro Montesinos no lo van a
encontrar porque está muerto. Tengo pruebas de su muerte", a dos meses de haber dado estas declaraciones, Montesinos fue hallado por los cuerpos de seguridad venezolanos refugiado en Caracas.

Luego le tocó el turno a DirecTV. En una de las intervenciones más recordadas de Carreño en la Asamblea Nacional, éste aseguró que la compañía de televisión por suscripción espiaba a sus usuarios a través de cámaras instaladas en sus aparatos de codificación: "DirecTV espía a sus usuarios a través de los decodificadores. Es un aparato de la CIA, tengo las pruebas". Por supuesto, nadie se tomó la molestia de revisar las cajas decodificadoras de la compañía.

De su faceta legislativa también es recordado el argot futbolístico que utilizó cuando fue consultado acerca de si la designación de 49 magistrados incluía entre sus filas a algún funcionario de tendencia opositora: "No nos vamos a meter un autogol", respuesta que probablemente fue considerada a la hora de su designación al frente del despacho de Interior y Justicia.

Fuente: http://www.atravesdevenezuela.com/html/modules.php?name=News&file=article&sid=7783 (Carlos Crespo, diario Tal Cual)

El colmo del cinismo es oir a personajes de esta estirpe hablar de socialismo; justicia social; lucha contra las desigualdades; lo perverso que es el capitalismo, y todo el catálogo de clichés políticos imaginables de esta revolución, mientras se montan en lujosos vehículos, se hacen cuidar por todo un enjambre de guardaespaldas y se visten con las mejores y más caras marcas del mercado. Esto ocurrió ayer mientras balbuceaba algo el ministro:


Por supuesto, el jefe de esta vergonzosa disociación entre discurso y conducta es el mismo Presidente, quien ha tenido la osadía de decirle a los venezolanos que “no importa que andemos desnudos, no importa que no tengamos ni para comer. Aquí se trata de salvar la revolución…”.

Es el mismo que tiene las agallas lo suficientemente grandes como para insultar a sus propios seguidores, diciéndoles flojos y cobardes por no haber votado a favor de su maravillosa reforma por cosas tan triviales como no tener la beca a tiempo, por no haber recibido una vivienda digna... todo por no entender que esta revolución se ocupa de cosas más importantes que la inseguridad o el desabastecimiento: esta revolución pretende salvar al mundo entero (y más allá).


Cada día, el gobierno nos da a los venezolanos más argumentos para el rechazo. Y tenemos que actuar pronto. Ya en unos cuantos países nos ven muy mal por las acciones emprendidas por los neopróceres del chavismo. Con mucho dolor hay que decir que en algunos lugares hasta han llegado a quemar nuestra Bandera Nacional... y es que la agenda del gobierno venezolano en el exterior ha sido infinitamente invasiva y denigrante.

Por ejemplo, el escándalo del caso de la maleta, que involucra a Venezuela, Argentina, Uruguay y Estados Unidos, tiene unas proporciones que no nos imaginamos. Apenas hemos visto la punta del iceberg.

Por lo pronto, el Ministro Pedro Vuitton Carreño debería comprarse sus corbatas en el Mercado de Guaicaipuro o en el Mercado del Cementerio (mercados populares caraqueños)... o al menos quitarle o taparle la etiqueta a las corbatas de marca, no vaya a ser cosa que alguna periodista - golpista - terrorista reconozca los logotipos que identifican a esas marcas del imperio.

La revolución no será bonita, pero trata de vestirse bien.

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