En 1999, el mundo civilizado se vió sacudido por una noticia: la masacre de trece personas en una escuela de Estados Unidos, a manos de dos estudiantes fuertemente armados.
La manera en que se planificaron los hechos, la forma en que ocurrió todo, abrió un debate -que aún sigue vigente- sobre la violencia juvenil, la tenencia legal de armas y el conjunto de valores de una sociedad en decadencia.
El 20 de abril, a primera hora de la mañana, dos alumnos entraron fuertemente armados disparando a bocajarro a estudiantes y profesores. Quince personas murieron, incluyendo a 12 alumnos, un maestro, y los dos atacantes, quienes aparentemente se suicidaron. Otros 25 estudiantes resultaron heridos, algunos de ellos de gravedad, a los que les han dejado secuelas y parálisis para el resto de su vida.
Eric Harris, de 17 años, y Dylan Klebold, de 18, los dos autores del crimen, planearon el ataque a la escuela como una especie de venganza por haber sido marginados por el resto de los estudiantes. Uno de los expertos en analizar la tragedia, el doctor Scott Poland, director de los servicios psicológicos del distrito escolar de Houston (Texas), comentó que la violencia en los institutos educacionales demuestra la necesidad de la prevención de incidentes premeditados.
Fuente: terra.es
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