Después de una Semana Santa que este año llegó demasiado rápido (es decir, apenas estamos en la última semana de marzo), despertamos al lunes con pocas expectativas de cambios cercanos. Hoy volvimos a la vieja rutina de las amenazas y declaraciones contra el gobierno colombiano. Nuestro presidente entró, de nuevo, en la etapa pre-pataleta y desde ya avizoramos la nueva "estrategia": no atacar directamente al presidente Uribe sino ir por las "cabezas" que están cerca (ministros, vice-presidente, senadores, etc.).
Será algo así como: "Coño Álvaro, amarra a tus locos vale... no pueden andar por ahí poniendo la cagada, porque eso te perjudica a ti mai fren". Poco creíble, por supuesto. Mejor dicho, en absoluto creíble, viniendo de quien viene. Tan evidente es la cosa que Maduro, el canciller, se atreve a decir que aquí se trata con respeto al presidente colombiano. Hay que ver qué poca dignidad debe tenerse para hacer una declaración de ese tipo sin que se le mueva ni uno de esos cabellos laqueados.
A medida que pasan las semanas, se le complican las cosas al gobierno venezolano. La telaraña jurídica y diplomática que le están tejiendo pacientemente desde hace varios años comienza a cobrar sus primeras víctimas. Y en el gobierno lo saben. Lo malo es que los que tienen poder, generalmente usan hasta la última gota de ese poder para evitar lo inevitable: la salida del poder con todas las consecuencias que eso pueda tener.
El problema venezolano no es sólo Chávez, es la sombra de Chávez en todos los ámbitos de la vida nacional. Incluso, si él renunciara hoy (improbable), de una manera pacífica (más improbable todavía), el caos es inminente: el desastre económico; político; social y militar será la verdadera muerte de un sistema que parió a Chávez como su peor expresión.
Entonces, nuestra rutina llevará a que diferentes grupos de oposición (una oposición que se ha quedado demasiado dormida desde diciembre y que probablemente espera que el affaire Chávez - Uribe tumbe al gobierno) se organicen para tomar las calles. Los estudiantes, algunos sectores de ellos, tomarán la batuta de la protesta y en ellos confluirá de nuevo el descontento. Pero hay factores que sólo pretenden llegar a las elecciones regionales para aspirar a un cargo. Allí están los Baduel, las María Isabel, los Leopoldo López, los Stalin González y muchos de los liderazgos construídos en los últimos años, dispersando esfuerzos en alcaldías o gobernaciones.
Hasta que los distintos liderazgos y sectores del país no confluyan en un sólo objetivo, no habrá mayores cambios en el país. Mientras tanto, estamos a punto de ser convertidos en Estado terrorista por la comunidad internacional y cada vez las condiciones de vida se harán más y más difíciles para todos nosotros. Ni los chavistas se salvarán de las consecuencias.
Ojalá esta Semana Santa, que marcó el inicio de la primavera, sea el comienzo de algo... o el final, quién sabe.
Tal vez sea (des)esperanzador volver a una frase dicha por Winston Churchill hace 66años (en 1942), en medio de la 2da Guerra Mundial, luego de una batalla triunfante en Egipto:
"Este no es el final de nada. No es ni siquiera el comienzo de nada. Pero sí es, tal vez, el final del comienzo"
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