El Número Uno



El domingo pasado, 16 de marzo, se cumplieron 30 años de la muerte de Renny Ottolina. Para muchos venezolanos, Renny es el mejor animador de la televisión venezolana de todos los tiempos.

Tengo algún recuerdo en mi memoria de la muerte de Renny. Cuando eso ocurrió, yo tenía apenas 5 años y medio. Si no me traiciona mi memoria, el accidente aéreo en que murió ocurrió en una Semana Santa. Recuerdo la consternación que hubo en mi casa, especialmente de mi papá, un admirador del trabajo de Renny. Recuerdo revistas en mi casa que hablaban del accidente aéreo, programas especiales de TV. Fue en ese tiempo que aprendí cuál era el verdadero nombre del animador: Renaldo José Ottolina (no se por qué me acuerdo de eso, pero tengo el dato en mi memoria).

Renny, el número uno de la TV, murió a los 50 años, en la plenitud de su vida. Aunque para ese entonces, ya Renny había hecho historia en la radio y TV venezolanas. De hecho, parece que en ese tiempo ya Renny era visto como "historia" (en el sentido negativo del término) en los mismos medios de comunicación que él ayudó a formar. Las presiones políticas parecían haberlo alejado de las pantallas, incluso, él mismo denunciaba al final de sus días que no era bien recibido en las emisoras de radio.

El próximo gran paso de Renny, truncado por la muerte, era su participación en la política del país, especialmente en las elecciones presidenciales de 1978. Mucho se habló en ese entonces de que la muerte de Renny no fue tan accidental como parece. Se tejieron muchas teorías conspirativas respecto a la responsabilidad del presidente de entonces (Carlos Andrés Pérez) y de los principales partidos políticos de entonces (Acción Democrática y COPEI).

Para muchos, Renny fue una de las primeras encarnaciones de un creciente descontento en un país que navegaba en petróleo y en dólares baratos (Bs. 4,30 por dólar) y que se había hastiado del creciente desapego de la clase política dominante con la realidad del país. Renny era un verdadero "outsider" de la política. La primera incursión importante de alguien venido del mundo del espectáculo en la política criolla. Pero su mejor carta de presentación no era haber participado en la farándula, sino el profundo amor y devoción que mostraba por Venezuela.

Siendo adolescente, recuerdo haber visto uno de esos programas homenaje a Renny: muchas imágenes suyas en los grandes paisajes venezolanos. Renny estaba muy interesado en mostrarle Venezuela a los venezolanos. Él decía algo así: "¿cómo vamos a amar a Venezuela si no la respetamos? ¿cómo la vamos a respetar si no la admiramos? ¿y cómo la vamos a admirar si no la conocemos?"

Sí. Toda una lección aplicable a cualquier tipo de amor en la vida.

Según leí recientemente en el periódico, a propósito de los 30 años de su muerte, la mayor parte del legado audiovisual de Renny está desaparecido, lo cual es una gran pérdida porque el animador debería ser materia obligada de todos los comunicadores sociales y publicistas del país (por nombrar algunas profesiones).

De Renny he escuchado decir que "es el papá de todos los animadores de este país", empezando por Gilberto Correa (a quien en algún momento en Venevisión llamaron también el "número uno"). También se ha dicho de Renny que era el mejor comunicador, y que su credibilidad haciendo publicidad era insuperable:

Todo lo que Renny anunció se vendía. Desde los cigarrillos Viceroy hasta el famoso atún Margarita. Algunos criticos televisivos recuerdan a la entonces jovencita Raquel Castaños levantando sus labios junto a Renny para decir "puro jugo, jugo puro" repetidas veces cuando anunciaba los jugos Frica. Y más aún, con su ingeniosa creatividad Renny también causaba una locura en el estudio al preparar las merengadas achocolatadas "Toddy" (los hielos los tiraba a la licuadora, luego cuatro cucharadas de Toddy, azúcar, leche, y después el sonido de la licuadora le daba el punto final).

Muchos recuerdan cuando decidió dejarse el cabello largo y se lo lavaba en el estudio para anunciar un shampoo, o cuando decía el "eslogan" publicitario "...Que refresca, le gusta y le cae bien...!" del refresco 7-UP, o el famoso beso en la boca a un chimpancé, o la distinción de vestir un traje Phillip Laureant).

Hoy, Renny tendría ochenta años. Probablemente hubiese sido presidente de Venezuela, incluso más de una vez (de 1978 a 1983 y de 1993 a 1998, según las regulaciones de la constitución de 1961). Tal vez sería dueño de algún emporio comunicacional, que incluyese TV, radio, prensa, revistas. Tendría su propio site (¿www.elnumero1.com? o tal vez www.renny-ottolina.com). Habría dado la vuelta al mundo varias veces enseñando a amar a nuestra Venezuela. Sería un emblema, un "notable" al cual recurrir en momentos de crisis. Sin lugar a dudas sería "una marca" a la cual él mismo le hubiese sacado el mejor de los provechos.

30 años después, algunos venezolanos nos preguntamos: ¿qué habría dicho y hecho Renny en los momentos actuales que vive el país?

Renny siempre vivirá en los recuerdos de quienes crecieron y soñaron con sus programas, y entre quienes apenas tenemos un lejano recuerdo alimentado por las viejas historias familiares.



Renny es el símbolo de una Venezuela que murió y a la que se pretende sepultar con todos sus valores, aprendizajes y recuerdos. Pero la memoria está allí, como antídoto para una sociedad que se lanzó al vacío sin paracaídas.

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