El mundo paralelo del comandante

Prácticamente no hay terreno en el que el gobierno (especialmente el presidente Chávez) no se haya inventado un mundo paralelo. No solamente se trata de decir que lo negro es blanco, o de negar la existencia de algo. No. El asunto es más serio, porque desnuda impúdicamente las vigas y cabillas mentales que sirven de base al comportamiento chavista.


El gobierno va más allá de negar la realidad o maquillarla. Casi siempre intenta mostrar una realidad paralela, una más cómoda y confortable para sus conciencias. La realidad, cruda y fea como es, intensa como se revela, indomable como se presenta, es demasiado insoportable para quienes no han estado ni están preparados para la tarea de ser gobierno. Entonces, de manera patética, intentan "torturar" a la realidad hasta obligarla a parecer como quieren que parezca. Pero las costuras siempre se notan.

Así, el gobierno ha hecho lo imposible por imponer sus miserias y resentimientos en múltiples ámbitos de la vida nacional. Hasta que Chávez no ordenó extirpar a más de 20 mil trabajadores de la industria petrolera e incorporar a una mayoría chavista, no se quedó tranquilo. Intentaron dividir a la Central de Trabajadores de Venezuela (CTV); a Fedecámaras (la central empresarial); a la Iglesia Católica; a la educación pública primaria y universitaria; a los medios de comunicación masivos; a la estructura de salud pública y privada del país; a las redes de producción - transporte - comercialización de bienes de consumo masivo; a los partidos políticos; las Organizaciones No Gubernamentales; las instituciones internacionales (tipo OEA, ONU; CAN)... en fin, la lista es mucho más larga y deprimente que este recuento breve.

En casi todos los casos mencionados, el gobierno ha intentado instaurar su realidad: si las universidades privadas son antichavistas, inventamos universidades con carreras cortas, sin criterios de admisión, con pensum dudoso y profesorado aún más dudoso. Si no me sirve a mis intereses el Mercosur, inventamos otra instancia llamada Unasur; si Estados Unidos propone el ALCA, Chávez propone el ALBA. Si CNN es uno de los grandes medios del imperio, nos inventamos y financiamos Telesur. Si las clínicas y hospitales están colapsados, qué mejor idea que darles una estocada con Barrio Adentro. Si la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) habla mal de mí, qué mejor que montarles un "Encuentro Latinoamericano contra el Terrorismo Mediático" (que sea transmitido por los mismos terroristas). Si el gobierno de Colombia no muestra suficiente genuflexión ante el comandante, reconocemos a las FARC como frontera. Etc.

Ese empeño enfermizo en hacer su propio sainete en todas las áreas de la vida nacional, ha traído dos consecuencias: la primera, se termina de dañar la estructura que ya estaba armada. La segunda, la estructura que se pretende sustitutiva termina siendo una burla cruel para la población. ¿Qué si no eso ha sido Barrio Adentro, por ejemplo? ¿Para qué demonios va a servir la cumbre paralela a la de la SIP?

Por eso, cuando ocurren hechos tan trágicos como el de la muerte de seis bebés en la Maternidad Concepción Palacios, no hay respuestas coherentes posibles: no se puede decir que no murieron, pero se empeñan en decir que eso es culpa de los demás ("no fueron seis, fueron menos", "no hay médicos por culpa del capitalismo", "esos niños nacieron muertos", "los medios terroristas dicen mentiras"). El final de todos los cuentos relacionados con Chávez es: "vienen por mí".

Chávez y su gobierno no pueden con este país. No soportan a los venezolanos. Hablan de paz y amor repartiendo bofetadas. Su baja estatura moral y mental los hace creer que están haciendo lo correcto y que qué bolas que los demás no se dan cuenta ("son perversos", "son terroristas").

En esas pobres manos caímos. Y ya es hora de recuperar algo de la dignidad que significa ser venezolano.

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