Cadalso revolucionario

Según el Diccionario de la Real Academia de la lengua española, la palabra "cadalso", en su primera acepción, es el "tablado que se levanta para la ejecución de la pena de muerte".

Como es tradición desde la Revolución Francesa, todo movimiento que se dice revolucionario empieza extirpando un status quo social y político (para implantar otro, por supuesto) y termina "autodepurándose" de tal manera que llega el momento en que "se come a sus hijos".

En Venezuela no podía ser distinto, por más que los oficialistas se empeñen en alabar la originalidad de la "revolución bolivariana". La autodenominada revolución venezolana también se come a sus hijos.

Cual dios griego Cronos (o Saturno, según la mitología romana), engulle a sus hijos para que éstos no lo destronen y le quiten poder, cosa que inexorablemente ocurre, enviando al destierro a quien creyó ser invencible al paso del tiempo.

Desde hace diez años, la revolución chavista ha "engullido" a algunos de sus más insignes estandartes. Más que engullirlos, en realidad los ha sometido a un proceso de demolición moral, más cercano a los procedimientos de una mafia que a los de un partido político. En algunos casos, la tentación de aplaudir la demolición moral de quien tanto hizo o dejó de hacer para apuntalar esta desgracia de gobierno, no nos debe cegar en lo que realmente está ocurriendo.

Así, por esa molienda (voluntaria o involuntariamente) han pasado personajes como: Jorge Olavarría; Alfredo Peña; Luis Miquilena; Yoel Acosta Chirinos; el Francisco Arias Cárdenas del 2000; el Aristóbulo Istúriz de la lumpia fumada; Leopoldo Puchi; Didalco Bolívar; Herman Escarrá; Ernesto Alvarenga; Luis Tascón; Ismael García; Raúl Isaías Baduel; Marisabel Rodríguez; Jesús Urdaneta Hernández; Guaicaipuro Lameda; Eduardo Manuitt; Wilmer Azuaje; Leocenis García; el Padre José Palmar; Carlos Giménez (gobernador supendido de Yaracuy)... entre muchísimos otros, han sido lanzados a los leones de la polarización y el odio de los fanáticos radicales que hay en todo el país. Algunos han preferido el ostracismo y otros han preferido "destapar" algunas ollas sucias del gobierno.

La lista es mucho más larga que la mencionada.

Hoy, se le suma un nombre más: el del gobernador de Estado Carabobo; Gral (r) Luis Felipe Acosta Carlez, hasta hace poco incondicional del chavismo y ficha impuesta por el presidente para esa elección regional. Este señor hoy ha sido expulsado del PSUV (partido socialista unido de Venezuela) por no "acatar" la decisión de que Mario Silva sea el candidato gobiernero para las próximas elecciones.

¡Hay que estar mal ante los ojos de Chávez para ser percibido como peor opción que Mario Silva!

Acosta Carlez es uno de los más deplorables, lamentables y procaces personajes de esta triste hora venezolana. El mismo del eructo y la brutalidad represiva durante el paro nacional de diciembre del 2002. El mismo que una vez mordió el micrófono a una reportera. El mismo que constantemente se burlaba de los periodistas de medios privados. Aquel que defendió el "derecho revolucionario" de disfrutar una Hummer si tiene el dinero. Aquel que sugirió la adquisición del equipo Navegantes del Magallanes a manos del gobierno local.

Personajes como éste es mejor tenerlos presentes, pues su ejemplo demuestra lo bajo que caímos como sociedad, al permitir o no hacer lo suficiente para evitar que personas sin ninguna capacidad, más allá de las cuartelarias, nos gobiernen.

PROHIBIDO OLVIDAR.

A continuación, el personaje cuando era "querido", antes de ser expulsado:









Lo único bueno de ese trapiche, es que tal vez logre que desaparezcan de la escena política personajes de esta calaña.

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