¿Primarias?

El pasado domingo se efectuaron las elecciones primarias del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), para escoger los candidatos a alcaldes y gobernadores que se medirán en las elecciones regionales de noviembre.

Visto superficialmente, pudiera significar un gesto de apertura democrática: la militancia del partido, y sólo ella, es quien decide en cada localidad por el candidato de su preferencia. Además, la inflamada retórica de los representantes del partido de gobierno, empezando por la del presidente Chávez, pretendían hacer ver que este gesto era inédito en la historia republicana (en un evidente intento de falsear la historia reciente).

No es cierto. Las elecciones primarias del PSUV no son las primeras ni mucho menos las mejores en la historia nacional. Apenas un par de recuerdos contemporáneos: para las elecciones presidenciales del año 1988, el partido socialcristiano COPEI realizó elecciones internas, en las que resultó electo Eduardo Fernández por encima del sempiterno Rafael Caldera. Y también el partido Acción Democrática (AD) realizó una elección similar entre Octavio Lepage y Carlos Andrés Pérez.

Pero esos intentos pueden ser descalificados porque no eran todos los militantes quienes participaban... pero resulta que en 1993, el partido COPEI realizó unas elecciones primarias abiertas a militantes y no militantes del partido. Allí le ganó Oswaldo Álvarez Paz a Eduardo Fernández y a Humberto Calderón Berti.

Entonces, aquello de que lo del PSUV es algo único en la historia, es absolutamente falso y fácil de demostrar.

Pero más allá, tampoco es cierto aquello de que la militancia del PSUV es quien decide a sus candidatos locales. El cogollo del PSUV, a través del Consejo Nacional Electoral (el brazo "contador de votos" del gobierno), decidió y notificó quiénes son los candidatos. Obviamente, tratando de forma estúpida de tapar el dedo de Chávez, el gran decisor de todo este cuento. De hecho, hubo candidaturas que se decidieron no por votos precisamente.


Cilia Flores; Alberto Müller Rojas; Vanessa Davies y Alí Rodríguez Araque han tratado de generar credibilidad entre su militancia. Son los voceros de los resultados oficialistas, pero no han tenido suerte. Sus palabras han sonado huecas, y hasta denuncias de fraude han salido de la misma militancia.

Estas elecciones "primarias" (o primitivas, más bien), han servido para varias cosas: para medir el músculo de la maquinaria partidista, la misma maquinaria que "falló "el dos de diciembre pasado. También han servido para mostrar la gran farsa del CNE (o la Cosa Nostra Electoral, como siempre nos recuerda el profesor Manuel Caballero): ese mismo organismo, con los mismos dirigentes, ha tenido la indecencia de dar resultados inmediatos y "precisos" en unas elecciones relativamente complejas; mientras que al día de hoy, aún no nos dicen por cuál fue el resultado de la votación que ganó el NO en diciembre.

La tercera gran utilidad de estas primarias la ha disfrutado el propio Chávez: las elecciones han servido para quitarse de encima a unos cuantos "incondicionales" que de tanto meter la pata se han convertido en jarrones chinos, difíciles de ubicar en algún sitio. Me refiero a Freddy Bernal; Juan Barreto; Francisco Arias Cárdenas; Eduardo Manuitt; Jesús Vielma Mora; Acosta Cárlez, quienes han quedado guindando, sin candidaturas y prestos a jalar bolas de aquí en adelante para poder sobrevivir en el chavismo.

Pero también están aquellos candidatos como Mario Silva y Aristóbulo Istúriz... ¿es que acaso Chávez prefiere perder la gobernación del estado Carabobo a cambio de bajarle el tono por unos meses al hojillero Mario Silva? ¿Es que acaso le va a entregar la Alcaldía Mayor a un miembro de un partido de la coalición pero medio díscolo como es el PPT? Es difícil de entender qué es lo que hay detrás de todo.

O será, como dice el refrán popular, que Dios ciega a quienes quieren perder. Lo cierto es que éstas no fueron unas elecciones primarias; más bien fueron una muestra absolutamente primitiva del nivel rastrero en que se mueve la política del país.

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