Verticalidad

Si no fuésemos una sociedad de mamadores de gallo; si no estuviésemos tan estrepitósamente centrados en la borrachera del presente (que sólo augura un ratón descomunal en el futuro); tal vez tuviésemos tiempo y cabeza para dar un vistazo al mundo y pensar en los retos que se tienen por delante.

Uno de esos retos, sin dudas, es el de la alimentación de la población humana. Un reto para la próxima década, la del 2010 al 2020. Un reto que no se responde con declaraciones vacías o simples como la de la "soberanía alimentaria", una respuesta visceral ideológica más que práctica.

En el marco de la soberanía alimentaria, una de las propuestas del presidente Chávez que mayor hilaridad y bromas de todo tipo ha generado es la de los gallineros verticales y los cultivos organopónicos. Como todos los flashes que tiene en su cabeza, el presidente pronto olvidó su propuesta y hoy nadie se atreve a hablar de eso sin que sea en medio de un chiste.

Nadie, que yo sepa, montó en el techo de su casa un gallinero para garantizar el autoabastecimiento. Para eso se crearon estructuras profundamente burocráticas: la red Mercal y la red PDVAL que han empeorado más la situación de abastecimiento.

Pues bien, existe una propuesta en otro país (nada más y nada menos que en el imperio), llamada The Vertical Farm; un proyecto encaminado a solucionar en las grandes urbes el problema de abastecimiento de alimentos.

Más información: http://www.verticalfarm.com/

Claro que lo de los gallineros era una propuesta demasiado ingenua y desfasada: nada de tecnología; nada de producción masiva. El gallinero era la vuelta al conuco del siglo XIX, mientras The Vertical Farm parece una mirada al siglo XXI pensando ya en el XXII.

Nadie se atrevió a decirle al presidente que si bien su intención pudo haber sido correcta, la implementación que se proponía era absurda.

Nadie, por desconocimiento o por miedo, se atrevió a decirle que había cosas parecidas pero modernas en el mundo.

El miedo y la ignorancia forman un temible coctel de incompetencias.


Es la tragicomedia del chavismo: la palabra deviene en política de Estado y la política de Estado mal implementada degenera en chiste y mamadera de gallo.

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