Ha muerto Pedro Antonio Marín, mejor conocido como Manuel Marulanda o Tirofijo, líder del grupo terrorista FARC.
La noticia que tanto han temido algunos "Marulandistas" o simplemente "Faracos", pues deja al grupo criminal sin la máxima jefatura en el peor momento militar y político de su historia.
No más basta recordar que hasta hace poco el presidente Chávez clamaba en público para reunirse con Marulanda, en medio de aquella tragicomedia de la mediación, que resultó ser el peine perfecto para evidenciar el repugnante bolero que vienen bailando el gobierno de Chávez y las FARC desde hace muchos años.
¡Pobre Hugo! ¡Hoy debes estar sedado y atiborrado de antidepresivos! Ya se te fue Marulanda. ¿Qué vas a decir ahora? ¿Te traerás el cadáver para momificarlo junto con el de Fidel?
¡Pobre Piedad! ¿Con quién te irás a sacar fotos si ya casi no quedan de esos delincuentes vivos y sueltos?
Ni una lágrima por quienes hicieron del asesinato, secuestro y tráfico de drogas la razón de sus vidas a contravía del pensamiento político que los guió en algún momento. Ni una palabra amable para quienes sólo deben tener como seguro el infierno en vida y después de ella.
Las FARC llegan a su fin. Y apenas comienza el calvario para todos quienes han apoyado semejante proyecto de muerte.
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