Es inquietante el paso guerrero que ha ido tomando poco a poco nuestro país. Ya no es sólo la prosa primitiva y violenta de nuestros gobernantes (o de Chávez y su combo); ni los palazos y/o balazos recibidos por la mala ocurrencia de ser opositor; ni tampoco basta con ser blanco de la cayapa mediática que se pone a funcionar cada domingo después de un Aló Presidente o cada noche por el canal oficial.
Ya no sólo es la alarma por la escalada armamentista en que el gobierno ha embarcado a Venezuela; ni el deseo de colonizar a otros países como Cuba; Ecuador; Bolivia y Nicaragua; ni las amistades peligrosas del presidente con cuanto dictador o líder marginado de la comunidad internacional se encuentre; ni siquiera la progresiva legalización de los ejércitos paramilitares en nuestro propio suelo; tampoco la asquerosa conchupancia con las FARC y el ELN, a quienes hemos armado y protegido... no, ni siquiera la insensata movilización de tropas a la frontera con Colombia, en respuesta a la muerte del terrorista Raúl Reyes.
Y el verbo se nos hizo acción.
Los venezolanos hemos asistido durante los últimos siete días, como si nada, a una seguidilla de reveses diplomáticos y de acorralamientos externos que no pueden terminar bien.
Primero, la innecesaria pelea contra la jefa del gobierno alemán Angela Merkel, que ameritó el repudio de la opinión pública internacional, especialmente la europea. La gira de la señora Merkel incluyó Perú (sede de la Cumbre); Colombia y México, destinos prácticamente vetados para la diplomacia venezolana. Solo a un ignorante de siete suelas se le ocurre relacionar de manera tan impropia a la señora Merkel con Hitler y el nazismo.
Segundo, la confirmación por parte de Interpol de que los contenidos de las computadoras decomisadas luego del ataque en el que murió Raúl Reyes no fueron alterados de ninguna forma, suscitó la agria respuesta del gobierno. Al verse acorralado por las evidencias, el presidente jugó a prender el ventilador y acusar al jefe de Interpol de haber participado en operaciones de desapariciones forzadas durante el gobierno de Pinochet. A esta estupidez lo siguió una fuerte nota de protesta del gobierno de Michelle Bachelet contra Venezuela.
Tercero, la acusación de que el ejército colombiano traspasó nuestras fronteras en Apure, desmentida por el gobierno del vecino país, mientras aquí nos desgranamos en insultos a Uribe.
Y cuarto, la violación al espacio aéreo venezolano por parte de un avión de guerra de Estados Unidos (Viking S-3), que despegó desde Curazao. Acusación confirmada por el propio gobierno de Estados Unidos. Es decir, sí ocurrió la violación al espacio aéreo venezolano. Supongo que esta noticia debe haber helado la sangre de algunos y ensuciado los pantalones de quienes han venido sistemáticamente empujando al país a una guerra mientras se toman un güiski "mayor de edad".
Todas las acciones son graves, quizás la última la más grave de todas, pues es una "pelada de colmillos" de Estados Unidos. No es ninguna equivocación de los radares. Es la profecía autocumplida del chavismo ("nos van a invadir"; "vienen por mi"; "me quieren matar"). Hasta el paranoico tiene razón en algún momento.
¿Y qué hemos hecho los venezolanos esta última semana mientras nuestros gobernantes pretenden meternos a como de lugar en cualquier guerra y la comunidad internacional tiende un cerco implacable contra el gobierno?
¿Qué ha hecho o dicho la oposición formal venezolana ante estos hechos tan graves? Aparte de insultarse por las candidaturas regionales, claro está.
De algo estoy seguro. Nada de ésto puede terminar bien.
Así estamos.
(I)lógica de guerra
Escrito por Néstor a la/s 8:24 p. m.
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