Los aplastadores y su misión purificadora

El pasado domingo en el diario El Universal (Venezuela), la columna "Tiempo de Palabra" de Carlos Blanco puso el dedo en una de las llagas más dolorosas que sufrimos los venezolanos de hoy.

Es una de las peores perversiones que nos dejará el gobierno de Chávez en el país: la operación de señalamiento, discriminación y estigmatización masiva de millones de venezolanos.

Ha sido una operación política de alto vuelo, a la que se le ha dedicado tiempo, energía y recursos de todo tipo. Una operación política rastrera, de las que rompen países y llevan a la muerte a miles de personas.

Este párrafo es medular:

"... Para sus propósitos el Gobierno ha dejado de considerar conciudadanos a los que no lo apoyan. No es un simple esguince de superioridad frente al otro, sino su anulación total. Esta visión tiene raigambre en los procesos de extrema violencia. Recuérdese cómo para el régimen cubano los opositores a Fidel Castro eran -y son- simplemente “gusanos”. Igual fenómeno ocurre acá: los disidentes son escuálidos, seres consumidos, exhaustos, exangües, próximos a la inexistencia. Se les considera como carne de tribunal y de cárcel; irresponsables sirvientes de un orden que muere. La visión más benevolente los asume como extraviados; más aún, viciosos; seres carentes de orden mental y lugar apropiado en el planeta..."

El gobierno, a través del presidente de la república y a través de una tropa de funcionarios aleccionado para tales fines (Diosdado Cabello; José Vicente Rangel; Luis Miquilena; Nicolás Maduro; Cilia Flores; Isaías Rodríguez; Adina Bastidas; Pedro Carreño; Tarek El Aissami; Lina Ron; Valentín Santana; Luisa Ortega Díaz; Luisa Estela; Adán Chávez; Jesse Chacón; Freddy Bernal; Juan Barreto; Héctor Navarro; Aristóbulo Istúriz; María Cristina Iglesias; Jorge Giordani; Ramón Carrizales; Jacqueline Farías; Elías Jáua; William Lara; Roy Chaderton; y decenas más), es RESPONSABLE DIRECTO DE LA OPERACIÓN MASIVA DE DISCRIMINACIÓN Y ESTIGMATIZACIÓN.

Pero hay más:

"... Se disuelve la base del pacto social según la cual los integrantes de la polis son iguales entre sí, en el marco de un régimen que se desgañita en su falsa lucha por la igualdad. No son iguales, entre otras cosas porque una porción de ciudadanos no son ni siquiera considerados tales. Si no están en la cárcel es porque la revolución es demasiado generosa; por lo tanto, cualquier lance en el que se vean envueltos y cualquier desgracia que les ocurra es poca cosa frente a lo que merecen..."

Esto significa que somos extranjeros en nuestro propio país. Peor aún. El extranjero es ciudadano. Los venezolanos que nos oponemos a Chávez y al chavismo no lo somos. Y eso da pié a cosas tan bizarras como que a reconocidos opositores se les nieguen pasaportes o se les entorpezca su salida del país. O a que te busquen primero en una lista antes de decirte si puedes entrar a trabajar o no a algún lugar.

Sigamos:

"... Si el régimen tiene una visión y los disidentes (opositores o chavistas) tienen otra, no es que hay dos visiones sobre un mismo fenómeno; lo que existe es la verdad (oficial) y la mentira (opositora); lo que queda al final es la verdad y un delito: Chávez, representante y constructor de la verdad, y la mentira de los que no entienden, de “los otros”, de los oligarcas miserables; agentes repugnantes del imperialismo..."

La aplicación sistemática del insulto y la amenaza por parte de Hugo Chávez ha "bajado" hace rato a todos los funcionarios menores del chavismo. Todos, de manera repugnante, siguen el modelaje impuesto por el presidente. Y para mostrarse más chavistas que Chávez, llevan al extremo el insulto y la amenaza.

Pero ojalá se quedara en palabras. He sostenido desde hace varios años que el chavismo tiene un déficit prominente de "mediación simbólica" (pensamiento, cognición, reflexión). No por falta de estudios. Esto es una patología psicológica masiva que tiene un efecto demoledor: LAS PALABRAS SON ACCIÓN, NO HAY REFLEXIÓN DE POR MEDIO. Si digo que hay que aniquilar a los medios, es porque tengo la bomba lacrimógena en la mano. Si estoy ocho horas sentado ante unas cámaras de televisión diciendo que estoy gobernando, mis seguidores corean: "así, así, así es que se gobierna".

Hay más: si yo creo que soy superior moralmente, que quiero salvar al mundo de la plaga imperialista y mediática, puedo sentirme en la obligación de hacer una labor "sanitaria", de salud pública. Mantener a raya, agredir, desaparecer, matar a los escuálidos, para que no jodan más, son opciones que la patología puede detonar en alguno.

La palabra, para el gobierno, no es reflexión. Es amenaza. Es anuncio de violencia. Es violencia sin más.

Venezuela no merece la indiferencia del mundo.

URL: http://www.noticierodigital.com/?p=44737#more-44737 (artículo completo Carlos Blanco)

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