Fanatismo y violencia

El fanatismo es una pasión llevada al extremo. En consecuencia, algo irracional, que no conoce de medias tintas, de otras subjetividades que no sean las propias, que desconoce en esencia al Otro (cualquier otra persona, entidad, objeto que esté fuera de su alcance emocional).

Algunos autores dicen que el fanatismo implica, entre muchas otras cosas, una especie de "ahorro de energía": en vez de pensar, discriminar (en el sentido de diferenciar una cosa de otra), analizar, sintetizar, van en sentido contrario, prefieren ahorrarse todo ese trabajo y tener respuestas prefabricadas a todo.

Así funcionan los fanáticos religiosos o de cualquier otra índole (incluso los deportivos). Por supuesto, el fanatismo político funciona en la misma dirección.

Sólo así puede uno entender algunos comportamientos de ciertos "dirigentes" políticos o seguidores.

Caso palpable es el de Lina Ron, consuetudinaria chavista, reconocida asaltante de diversas instituciones (Palacio Arzobispal; Fedecámaras; Ateneo de Caracas; varias veces Globovisión), quien nunca ha sido apresada aún cuando existen y son públicas todas las pruebas que confirman cada asalto.

Y eso que no hemos contado la cantidad de veces que se ha presentado Ron con su pequeño ejército de motorizados en marchas de la oposición y el amedrentamiento constante a la Alcaldía Mayor de Antonio Ledezma.

¡Y la señora sigue en la calle! Como si nada.

No sólo de fanatismo puede catalogarse el comportamiento de doña Ron. Es paramilitarismo. Y eso está penado por la ley. Aquí y en otros países.

No puedo dejar pasar la columna de "opinión" que tiene la doña en el periódico "El Nuevo País". Vainas de Rafael Poleo esa de dejar que una delincuente escriba en ese periódico como si nada. Es como si El Chacal (terrorista venezolano preso en Francia) escribiese una columna semanal en Le Figaro. Impensable.

Veamos un extracto de la columna:


Aquí está completa, para quien tenga estómago: http://bit.ly/omFY2

Cuando habla sobre Diosdado Cabello, impresiona el nivel de "fé" que profesa la doña. Va más allá de "las ganas de joder" que suelen tener los chavistas dirigentes, que dicen cosas para generar urticaria. No. Este caso va más allá. Esta doña se cree el cuento -y se lo hace creer a los suyos-.

Da hasta miedo cómo sin ningún pudor revuelve en el mismo tazón a Dios; la Constitución; Chávez y Diosdado. Y de paso, ella también se mete en el combo de los grandes ("en el camino llevarse en los cachos a esta catira").

De ese revoltillo no puede salir nada bueno.

¿Será que el ataque fue una "órden" de Dios?

Estamos rodeados de insanos mentales a los que no les temblará el pulso a la hora de abrir fuego contra quien sea.
Así estamos.

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