El verbo disolvente

"... El Gobierno colombiano ahora nos está acusando de injerencia. Hay que preparar la ruptura de relaciones con Colombia, Nicolás. Eso va a ocurrir (...) Vayámonos preparando porque esa burguesía colombiana nos odia (...) Ya no hay aquí posibilidad de un retorno a un abrazo... No vamos a seguir con las medias tintas y con eso de que dentro de mes y medio Uribe quiere venir o (diga) 'Chávez, ¿por qué no vienes?...

... Esas siete bases militares son una declaración de guerra contra la revolución bolivariana y así lo asumimos..."


Por supuesto, palabras del presidente venezolano, al reiterar su llamado a guerra frente a Colombia, un par de días antes de la "Cumbre de Bariloche" de UNASUR, ocasión que aprovechará Colombia para explicar el acuerdo con Estados Unidos y los demás países para hacer todos los cuestionamientos necesarios.

Al menos eso es lo que ocurriría en una reunión normal. Pero como va Chávez salpicando de guerra al continente, ansioso como está de un conflicto mayúsculo que aparte las miradas del caos en que se hunde Venezuela, lo que tendremos será un intercambio de insultos y acusaciones entre Uribe y Chávez.

Más allá de la cumbre, los venezolanos no nos tomamos en serio este tipo de declaraciones del presidente. Tan acostumbrados como estamos a los desplantes, a las burlas, insultos, acusaciones, tergiversaciones de la realidad, amenazas como arroz, ya esto de Colombia se nos antoja una más de esas tonterías de Chávez.

Lo malo es que no vemos las implicaciones que todo esto tiene: en lo económico, sufriremos en los próximos meses los efectos de la inflación y de la escasez de los productos que venían de Colombia y que ahora vendrán de Argentina, Brasil o Ecuador. El hígado presidencial creyó que un comercio de 7 mil millones de dólares se sustituían con un par de llamadas telefónicas a los panas que producen.

En lo político, todo este circo bolivariano lo que hará es atornillar cuatro años más en el gobierno de Colombia a Álvaro Uribe, único factor de contención del expansionismo chavista. Con todo lo bueno y malo que eso signifique.

Por cierto, los últimos pasos de Chávez hablan ya de expansión, no de injerencia, lo cual es un paso más arriba y más peligroso. Lo ocurrido en Honduras y lo que está ocurriendo con Colombia no deberían dejarle dudas a nadie, aunque haya todavía quienes pretendan hacerse los locos como Brasil, Argentina y España.

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