¿Qué vaina es esta?

No es difícil de creer que estas cosas pasen en un país de creyentes, que últimamente se ha vuelto un reino de fanáticos de distintos pelajes.

Pero cuando un personaje de supuesto "alto rango" en el gobierno se deja ver de esta manera, la cosa se presta a cualquier interpretación.

Hoy ha comenzado a rodar por internet un video en el que aparece el ministro de Defensa de Venezuela, el general Gustavo Rangel Briceño, mientras era objeto de una "sanación" en una iglesia de algo llamado "Avivamiento".


El general puede creer en lo que le de su realísima gana. Eso no lo discuto. El general puede creer en el tarot, en tabaco fumado, en la borra del café. Puede creer en unicornios, en fantasmas, en el más allá o en el más acá, en el Ché reencarnado o en la "bruja baratuja", en lo que sea... ese no es mi problema.

Lo supongo un adulto en plenitud de facultades físicas y psicológicas como para tomar lo que él considere sus mejores decisiones. Claro, mi suposición parte del hecho de que siendo un funcionario de tan alto rango dentro del Estado, debe estar en plenitud de condiciones. Pero no parece así.

Mi problema con ésto es que el general estaba "investido" de militar en ese momento. No era el señor Rangel Briceño, era el ministro de la defensa general Rangel Briceño, lo que hace una diferencia notoria en un país acostumbrado al chapeo, a las estrellas de la charretera como un modus vivendi. El general era en ese momento un funcionario público, no un señor achacoso y enfermo que tenía cinco hernias discales. Además, se presentó con los "símbolos" del poder más allá del uniforme, se llevó a unos soldados para que lo acompañaran en la tarima, suponemos que para atajarlo en medio del yeyo.

El general fue sanado de sus cinco hernias discales en esta especie de misa de Avivamiento. Lo que descarta la plenitud de condiciones físicas del general (de las otras facultades, mejor ni hablar).

Fue sanado por los pastores Patty y Ricardo Rodríguez (http://www.avivamiento.com/).


El general compromete la dignidad de su institución -la que queda- al prestarse para semejantes espectáculos. Los símbolos de poder son para respetarse, no para ser manoseados de esa manera.

El general queda mal, una vez más. Es patético verlo semi-desmayado entre gritos de ¡aleluya!, mientras la voz de la mujer dice: "eso es lo que Jesús quiere, a los gobernantes de Venezuela tomados por el espíritu"...

Si Jesús quisiera esa vaina para Venezuela, seguramente habría encontrado mejores maneras para hacérnoslo saber.

Así estamos. Gobernados por una tropa de inoperantes, creyentes de cultos y fanatizados por un hombre al que siguen como fieles corderos y al que llaman "mi comandante en jefe".

Por cierto, al general ese es al que llaman "Maguila" dentro de la institución.

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