Europa helada

Europa quedó helada. Literal y figurativamente hablando.

Como sabemos, el hemisferio norte del planeta está en pleno invierno, que se ha mostrado este año bastante rudo.

Al hecho geográfico y estacional, se le agrega un hecho económico y político de importancia: la bajada sostenida de los precios del petróleo desde mediados del 2008. Combinación rara, pues la lógica del mercado indicaría que en el invierno occidental aumenta la demanda de combustibles, lo que empuja al alza de los precios.

Ese dato por sí solo nos indica que los precios del petróleo responden a muchísimas otras variables, mucho más allá de la mera demanda por necesidad.

El continente europeo, el mismo que tiene un sistema político de avanzada llamado "Unión Europea" (UE), fue sorprendido por la decisión del gobierno ruso de suspender el envío de gas a través de la empresa Gazprom.

El gran problema para los países de la UE es que el 25% del gas que consume proviene de Rusia, del cual 80% pasa por territorio de Ucrania, país acusado por Rusia de robar el gas del gasoducto que atraviesa su territorio. Es decir, el 20% del gas que consume la UE pasa por Ucrania.

Así lo han reseñado algunas agencias noticiosas:

En una drástica decisión que amenaza con abrir una nueva guerra energética entre Rusia y Ucrania y pone en peligro el suministro a la Unión Europea, Moscú paralizó desde el jueves el envío de gas a Ucrania.El gigante estatal ruso Gazprom justificó la medida alegando que Kiev aún no ha pagado la deuda millonaria que mantiene con esta compañía por el combustible enviado hasta ahora y por el fracaso de las negociaciones para firmar un nuevo contrato de suministro para 2009.

Se trata de la segunda vez en tres años que Rusia cierra el grifo del gas a Ucrania. En 2006, lo hizo durante dos días, una medida que provocó problemas en varios países de la UE, como Italia y Hungría. Ahora, Moscú teme que, como en aquella ocasión, Kiev comience a quedarse con parte del combustible destinado a los consumidores comunitarios. Más de un tercio del gas que consume Europa lo suministra Rusia, y un 80 por ciento de ese combustible pasa por Ucrania, mientras que el 20 por ciento restante va por Bielorrusia.

Para Ucrania, casi totalmente dependiente del gas del país vecino, los efectos pueden ser aún más negativos. La decisión de Moscú llega en pleno invierno. La compañía ucraniana Naftogaz confirmó el cese de los envíos por parte de Rusia (110 millones de metros cúbicos de gas al día) y aseguró que, pese a todo, cubrirá
sus necesidades con las reservas de gas que tiene en los depósitos, equivalentes al 35 por ciento del consumo anual del país.

Es una medida que, política e internacionalmente, ha asumido Vladimir Putín (primer ministro ruso). Sin dudas, una decisión bastante peligrosa, que obliga a la UE a replantearse sus relaciones con Rusia.

Hay que hacer notar que Rusia está jugando duro en el tablero internacional. Duro y hasta un poco sucio. Rusia se está haciendo notar "sometiendo" a los países de la órbita soviética que se independizaron luego del derrumbe de la gigante e inoperativa URSS. Georgia y Ucrania pueden dar fe de ello.

Claro que vale la pena aclarar que Ucrania es, después de la propia Rusia, el país con más extensión territorial de la zona: 603.700 kilómetros cuadrados (2/3 de Venezuela). Pero en población nos dan un paseo: hay un poco más de 46 millones de ucranianos.

Rusia, para los interesados, es el país más grande del mundo: 17.075.200 kilómetros cuadrados. De los cuales, 12.755.175 están en Asia y 4.320.025 en Europa. Como curiosidad, Rusia es el país más grandes de ambos continentes.

En cambio, en población total, Rusia es el país número 8 del mundo, con casi 143 millones de habitantes.

Lo cierto es que la Rusia de Putin ha usado una vez más los combustibles fósiles como una mortífera arma de guerra para doblegar voluntades en Europa.

¡Y pensar que esas son las "amistades" que, como país, hemos cultivado los últimos diez años!

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