Metáforas de un día cualquiera

No conozco casi nada de astronomía, pero desde niño hay algunas cosas en esa bóveda celeste que me llaman la atención.

Una de ellas es un grupo de 3 estrellas que se ven a simple vista. Y esas estrellas siempre aparecen al ojo humano como si estuviesen alineadas una tras otra. Supongo que es de los fenómenos astronómicos más fáciles de ver sin telescopios.

Tenía tiempo que no me asomaba a ver esas estrellas.

Hoy, caminando rumbo a mi casa, luego de un día de esos en los que nada ocurre como uno quisiera y en los que la intensidad de adentro tiene que ser resguardada con mucho ruido blanco (lo sé, no se entiende mucho lo que escribo... juro que por esta vez no me importa), pues me detuve cerca de una zona donde no había luz en los postes. Me llamó la atención porque el punto es muy concurrido y, generalmente, no falla la luz de noche.

Al voltear y darme cuenta que no había luz en varios postes consecutivos, mi vista siguió directo hacia arriba. Tal vez sin querer, tal vez buscando esa respuesta que no tengo aún. Allí fue que las encontré. O las re-encontré más bien. Las tres, casi que en perfecta fila india astral.

Entendí que una luz cercana, aunque útil, puede hacer que algo superior, algo que va más allá y que realmente puede trascender en el tiempo y la distancia, no se vea bien.

No es una buena lección, de hecho ni siquiera se si es una lección, o metáfora o lo que sea. Es hasta un poco doloroso eso. Pero no importa, esas estrellas seguirán allí, en su perfecta fila india astral pase lo que pase.

Es en serio, pase lo que pase.

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