La Rebelión de Sucre

I

De nuevo, estamos en el preludio de una crisis de grandes proporciones en un país de la América del Sur. Bolivia es hoy el escenario de una crisis que ha sido postergada progresivamente y que parece haber llegado al punto de quiebre.

Ayer, la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) boliviana aprobó la nueva constitución en Sucre (capital de Chuquisaca y capital del país). Lo malo es que esa constitución se aprobó en las siguientes condiciones: los asambleístas tuvieron que reunirse escondidos, en la sede de un colegio militar; solamente asistieron los asambleístas del MAS (partido de gobierno, de Evo Morales); la reunión ocurrió luego de 3 meses de parálisis.

Sucre está en plena disputa de la "capitalidad" con La Paz. Sucre es la sede de la Corte Suprema de Justicia, del Tribunal Constitucional, del Consejo de la Judicatura y de la Fiscalía General de la República. La Paz, es la sede del poder ejecutivo y legislativo. Valga la pena señalar que Sucre fue la capital plena de Bolivia hasta 1899, cuando una guerra civil le despojó parte de su atributo de capitalidad. Hoy, Sucre está en pie de guerra y hasta el momento el saldo es de 3 muertos (entre ellas un periodista de la BBC) y más de cien heridos.

Milenio.com:
Incontrolable violencia en Sucre, Bolivia

"Un incontrolable clima de violencia se vive hoy en la sureña ciudad boliviana de Sucre, donde cientos de manifestantes tomaron instalaciones públicas y atacaron a la Policía con saldo de al menos dos muertos. De acuerdo al balance de daños, el cuartel de Bomberos de Sucre fue destruido e incendiados 10 vehículos, de acuerdo a un reporte de la católica Radio Loyola.

El ex presidente boliviano Jorge Quiroga, líder del partido derechista Podemos, criticó la forma como fue aprobada de manera general “una Constitución acuartelada, escrita con fusiles y bayonetas y manchada con sangre sucrense”.

Ansalatina.com:
Bolivia: Policía sale de Sucre ante protesta violenta

"La policía de Sucre se replegó hoy a Potosí por la violenta protesta ciudadana contra la Constituyente y el gobierno, que causó ya al menos cinco muertos luego de tres días de movilizaciones y sumió en el caos a la capital oficial de Bolivia. Hoy, tras la tercera jornada consecutiva de protestas, los hospitales de Sucre atendieron ya más de 200 personas, muchas de ellas intoxicadas por los gases utilizados por la policía para controlar a los manifestantes.

La inusitada violencia que alcanzó hoy la protesta estuvo dirigida fundamentalmente contra la policía, por lo que su comando nacional ordenó el repliegue total de sus efectivos hacia la vecina ciudad de Potosí, ubicada a 200 kilómetros al oeste de Sucre."

Antena3noticias.com:
Graves incidentes en Bolivia tras aprobarse la Constitución de Evo Morales

"Evo Morales ha ratificado la nueva Carta Magna boliviana aprobada por 136 de los 255 constituyentes. El presidente de Bolivia ha asegurado que los disturbios que se han producido en la ciudad de Sucre, donde dos manifestantes y un policía han fallecido y 130 personas han resultado heridas, se deben a la acción de grupos de delincuentes, y ha pedido, a través de un discurso en la televisión estatal, una investigación "urgente e imparcial" para dar con los responsables.

Dos manifestantes muertos, un policía linchado y 130 heridos. Este es el resultado de los graves enfrentamientos que continúan, por tercer día consecutivo, en Sucre, capital oficial de Bolivia tras la aprobación del proyecto constitucional de Evo Morales."







En fin. El clima de violencia que se vive en Sucre es el resultado de una imposición de una constitución de parte del gobierno, como recurso desesperado para aprobarla antes de la fecha límite (14 de diciembre).

Más allá, Bolivia cayó en la misma trampa en que cayó Venezuela y en la que está cayendo Ecuador: la trampa constituyente. Hace unos 4 años, antes que ganara Evo Morales las elecciones, ya sonaban los tambores constituyentistas. En ese momento escribí algunas notas sobre el tema constituyente que copio a continuación.

II

La Trampa Constituyente

La Asamblea Nacional Constituyente es una de las expresiones más acabadas del agotamiento de un sistema político. Cuando no da para más, o cuando se quiere barrer sin piedad con aquello que, a su vez, nos excluye sin piedad, empiezan a sonar las trompetas constituyentes, como el preludio de muerte de todo lo malo.

Como propuesta, es muy deslumbrante y difícil de eludir, con contenidos deseables y racionales como: cambiar el sistema político y social; empezar de cero; garantizar –ahora sí- un orden social justo, equitativo y participativo. Las propuestas constituyentes traen una bocanada de aire fresco que permite creer que los problemas se arreglarán pronto. Pero, donde más logra entronizarse una propuesta constituyente es en el ánimo de una población hastiada de estar excluida, llena de rabia y resentimientos y con unas ganas profundas de vengarse del “viejo orden” y sus representantes que nada hicieron por detener la debacle.

Y es allí donde reside la trampa. Porque cuando estamos llenos de rabia y resentimientos, difícilmente podemos ver con claridad cuáles son los principales síntomas y cuáles los posibles remedios. La rabia nubla la visión y nos impulsa a querer dar al traste con todo lo establecido, incluyendo las pocas cosas buenas que hayan podido hacerse pero que pasaron desapercibidas.

Actualmente, pareciera que Bolivia vive uno de esos momentos “pre-constituyentes”, en el que el pésimo ejercicio de gobernantes y partidos profundamente deslegitimados pone una alfombra roja para las propuestas radicales de cambio. El divorcio entre los ciudadanos y quienes detentan el poder es tan grande que no puede pasar inadvertido ante los ojos de los principales responsables de la crisis. Pero ese divorcio tiene una característica importante: no ha sido civilizado, como cuando las parejas deciden separarse en buenos términos. Las implicaciones se pierden de vista: rabia por el abandono, dolor por la separación, ganas de vengarse por la pésima actuación del otro, angustia por “los hijos” (el futuro) y posible apertura a nuevas experiencias que finalmente pueden ser peores que el detonante de la crisis.

En el país están dadas las condiciones para que agarre vuelo una propuesta constituyente. Sin embargo, es bueno saber que el principal problema es la profunda deslegitimación del sistema político, lo que lo hace inviable operativamente… pero no es destruyendo las estructuras del sistema la mejor forma de hacerlo viable.

Por el contrario, una propuesta constituyente basada en la venganza política solo traerá consecuencias funestas: surgimiento de una nueva clase social y política dominante que sustituirá a la vieja y tradicional, pero con las mismas o peores prácticas. Para algunos, muy llenos de rabia, no importaría que lo nuevo sea peor, siempre y cuando se destruya sin piedad lo viejo. La vieja estructura no querrá ser enterrada viva en medio del jardín trasero, por lo que opondrá toda la resistencia que su menguado poder le permita… y no sabríamos hasta donde puede llevar la terquedad de quienes han estado acostumbrados a ser parte indisoluble del poder. Las nuevas estructuras sociales y políticas tardarán mucho tiempo en construir un proyecto de país viable, pues los resentidos no son necesariamente los mejores constructores ni los mejores convocantes de la unidad. En consecuencia, una propuesta constituyente es una Caja de Pandora.

El mundo para Bolivia podría ponerse en blanco y negro, variar entre “nosotros” y “ellos”, entre lo viejo y lo nuevo, lo malo y lo bueno, entre “si no estás conmigo estás contra mi”. Un país dicotomizado, fraccionado, seducido cada vez más por las propuestas excluyentes, con ansias de venganza, no puede redescubrir la magia interna que posee.

Bolivia, un país de múltiples colores, razas, dialectos, creencias, cuya principal riqueza es la diversidad que se respira en todas sus expresiones sociales, políticas y culturales, no merece ser blanco de quienes prefieren patear la mesa y destruirla (sin saber cómo se construye una nueva), antes que repararla y dejarla en buenas condiciones para las próximas generaciones.

El espíritu de una Asamblea Nacional Constituyente es el de la refundación de un país. Sin embargo, los países no pueden andar destruyéndose y fundándose cada dos por tres (porque una Asamblea Constituyente traerá como consecuencia otra, al cabo de pocos años, cuando nuevos iluminados intenten barrer con lo establecido). La propuesta más sana para el país es la de reconstruir la legitimidad del sistema y de quienes lo conforman, para hacerlo viable a todos los bolivianos. Un país dedicado a la reconstrucción de la legitimidad de su sistema político – social – económico será el mejor ejemplo de que la diversidad es el principal activo de una nación y no necesariamente su epitafio.

Bolivia, no tengo dudas, merece un destino superior. Y nuestra América Latina necesita que Bolivia sea un ejemplo para mostrar al mundo.



III

Dios quiera que lo de Sucre no sea el comienzo de un verdadero baño de sangre en Bolivia. Los ánimos están muy exaltados en varias regiones del país y las próximas horas serán decisivas.

Ojalá que a nuestro Presidente no se le ocurra terminar de alborotar el avispero boliviano con alguna declaración de esas que nos están aislando ante el mundo (todo un record, en dos semanas se ha batido a duelos verbales contra el Rey de España, contra el español José Luis Rodríguez Zapatero; contra Michelle Bachelet; contra Álvaro Uribe). La estrategia de convertir al continente en un pantano no puede dar resultados felices.

Bolivia, tanto como Venezuela, merece paz.














IV

Hay un grupo paramilitar o parapolicial o de salvajes oficialistas denominados "los ponchos rojos" (¿no podían ser de otro color?). Apoyan al gobierno de Morales, vienen del altiplano boliviano y son extremistas étnicos.


Estos desgraciados, porque no hay otra forma suave de decirlo, amenazan a los bolivianos y uno de sus actos fue degollar perros para mostrarles a algunos políticos lo que harían con ellos. Por asco y por respeto a la sensibilidad de los demás, no voy a postear el video.

La barbarie en su expresión más sanguinaria se apoderó de Bolivia.

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