Hoy quiero hacer un paréntesis pequeño pero necesario. Es difícil, en medio de todos los acontecimientos y las contradicciones que nos definen. La verdad es que el espíritu a veces requiere una dosis de calma en medio de tanta incertidumbre.
El día amaneció con un cielo espectacular. Siempre he pensado que una de las grandes cosas que tiene Caracas es su impecable cielo azul, característico de diciembre. O al menos así era antes, pues los últimos años han sido climáticamente irregulares. Bueno, es un decir, las "irregularidades" nos han conmovido desde hace tiempo en todos los sentidos. Caracas no puede ser la excepción de las consecuencias del cambio climático que progresivamente se manifiesta en todo el planeta (como vimos en Bogotá hace pocos días).
Lo cierto del caso es que nuestro impecable cielo azul caraqueño de diciembre reapareció, al menos un ratico esta mañana. La última vez que recuerdo haberlo visto en el tono de azul perfecto, por varios días, fue en diciembre del 2002. En medio de la tragedia del paro general y en medio de la bendición del nacimiento de mi sobrina.
Hoy pude tomarle una foto... tal vez no la mejor, pero la única que pude tomar antes de entrar a la oficina a sumergirme en el medio de las estrategias publicitarias.
Y al llegar a casa, mi sobrina... ¡toda energía y alegría!
¡Que Dios la bendiga y le de la oportunidad de disfrutar todos los cielos azules de Caracas!
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