Hace poco tuve la oportunidad de ver una película que sin dudas genera controversias: Triumph des Willens (1935).
En realidad, más que una película, es un documental. Y más allá, es una pieza cinematográfica verdaderamente espeluznante. La cinta es un impresionante ejercicio de propaganda nazi, solicitada (u ordenada, quien sabe) por el mismísimo Adolf Hitler. De hecho, se dice que es la mayor muestra de propaganda cinematográfica de la historia.
La pieza relata los detalles del VI Congreso del Partido Nacional Socialista, una celebración de 4 días que se llevó a cabo en Nuremberg en 1934. Para ese entonces, habían pasado 15 años del fin de la Primera Guerra Mundial, en la que Alemania había sido derrotada militarmente y humillada por los términos desfavorables del Tratado de Versalles. Apenas cinco años separaban esta celebración del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, cuando la Alemania nazi invade a Polonia y prepara la conquista de Europa.
La filmación muestra toda la simbología del nazismo, exacerbada hasta la náusea: empezando por la figura del propio Hitler ensalzada en lo que hoy serían ridículas poses; toda la parafernalia militar (uniformes, interminables desfiles, galones, orden obsesivamente militar en toda la atmósfera de la película); la esvástica en todos lados; el águila nazi; las masas entregadas y rendidas a los pies del Führer (entiéndase hombres y mujeres adultos y niños); la repetición constante de ciertas frases y las incansables loas al Führer de parte de sus acólitos, los mismos que no se inmolaron con Hitler en 1945 cuando llegaron las tropas aliadas a Berlín.
"Ein Volk, ein Reich, ein Führer = Un Pueblo, Un Imperio, Un Líder"
Esa frase de propaganda no era más que una excusa para decir que "Alemania es Hitler y Hitler es Alemania"... (líder - masa - masa - líder... fórmula conocida por nosotros)
Me pareció escalofriante el film. Es evidente la intención propagandística, pero no por eso deja de ser escalofriante, pues de alguna manera sabemos que las imágenes remiten a la realidad. A una realidad que por siempre nos aplastará a todos quienes creemos en la vida y en las posibilidades del ser humano.
No dejé de hacerme las mismas preguntas que me hago siempre que me tropiezo con el tema nazi: ¿cómo ocurrió? ¿cómo los alemanes sucumbieron al desastre de la forma que lo hicieron?
Lo peor de todo es saber que, hoy en día, hay muchas personas que se preguntan lo mismo de nosotros los venezolanos...
¡Que Dios nos proteja!
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