El accidente aéreo ocurrido el día jueves en el estado Mérida, en el que murieron 46 personas, nos ha impactado a todos.
Siempre estas noticias son malas. Y según entiendo, noticias de accidentes aéreos hemos tenido once (¡11!) en lo que va de año en nuestro país. Aventurar hipótesis es malo, pero peor es esperar el próximo accidente para tomar alguna acción.
Por esas casualidades de la vida, de esas que pueden ser espeluznantes, que pueden ser un aviso o apenas un llamado de atención en la vida, el día anterior me había montado en un avión con cuatro compañeros de trabajo. El martes en la noche, de Maiquetía a Barquisimeto, y el miércoles en la noche, de Barquisimeto a Maiquetía.
En esos viajes, así como en otros recientes en la misma ruta pero en diferentes aerolíneas, advertí el deterioro de los aviones. Ahora bien, es cierto que el pasajero apenas puede darse cuenta del deterioro de asientos, baños, espacios para maletas, equipos de emergencia... pero el deterioro peligroso está en los equipos, motores, hélices, tren de aterrizaje y demás artilugios de las aeronaves; es decir, en todo aquello que no podemos ver ni revisar.
Con vergüenza, recordé que en Ecuador, país al que lamentablemente una buena parte de los venezolanos ve con cierto desprecio (digo lamentablemente, porque tres años de mi vida los pasé en Quito y comprobé lo diferente que es nuestra percepción a la realidad de ese país), el negocio aéreo "doméstico" -nacional- está bien desarrollado. El puente aéreo entre Quito y Guayaquil, la alta demanda de los viajeros y la creciente modernización del país, han obligado a las principales líneas aéreas (TAME; AeroGal y recientemente VIP) a actualizarse, lo cual incluye aviones nuevos y más seguros.
Lamentablemente, algunos de los aviones de nuestras líneas aéreas nacionales, no cumplen requerimientos mínimos de seguridad. Y eso no es noticia. La noticia, por desgracia, son las muertes de las cuarenta y seis personas.
Paz a las almas de las personas fallecidas y resignación a los familiares y amigos.
II
Mientras el país pasaba el trago amargo de la noticia, al presidente Chávez no se le ocurrió otra cosa que hacer una cadena nacional de varias horas, para responder a un titular de prensa del matutino Últimas Noticias.
A la tragedia aérea le dedicó apenas un par de minutos. A las glorias de su sistema de salud, le dedicó el resto del tiempo. A Chávez lo sacudió un titular que decía: "Salud en coma por falta de real".
Volvió con el estribillo de la guerra mediática, o como también la llaman, de "cuarta generación", con los ataques a los dueños del medio ("oligarcas"), al director Eleazar Díaz Rangel (probado chavista), y al diario en general, al cual volvió a llamar "Últimas Mentiras". Como siempre, tratando de hacerse el gracioso y tratando de darle giros al lenguaje para causar impacto. Tanto fue el asunto, que Últimas Noticias decidió al día siguiente darle la portada al presidente y su respuesta.
Se hizo el gracioso también con el "cantante ese, creo que es español... no se cómo se llama", Alejandro Sanz y a Fito Páez, a quienes invitó a cantar y decir lo que quieran en Miraflores ("señor Alejandro Sanz, venga a cantar a Miraflores, si quiere le presto la Plaza Bicentenaria para que venga a cantar")... como si esa vaina fuese suya y sólo él decide a quien le "empresta" o no la Plaza.
Para rematar ese tema, a propósito de los apoyos varios recibidos por el cantante Sanz, el ministro del poder popular para la "curtura", Francisco Sesto, conocido por sus panas como Farruco, escribió una carta abierta al cantante Joan Manuel Serrat. Pues bien, la carta es un canto a la cursilería y a la jalada masiva de testículos presidenciales con la pretensión de explicar que el gobierno en jamás de los jamases censuró, censura o censuraría a Alejandro Sanz. Que él está equivocado. Que el gobierno de Chávez es lo más abierto a la cultura que existe.
Transcribo la carta y, en negritas (no hay forma de llamarlas letras afrodescendientes), los raptos de cursilería, y por qué no, de "mariconería soft", que deja deslizar el ministro. ¡Ay barquilla!
Bueno, ojalá no tenga más "piedrecitas" guardadas por ahí el cursi ministro de la "curtura".
Siempre estas noticias son malas. Y según entiendo, noticias de accidentes aéreos hemos tenido once (¡11!) en lo que va de año en nuestro país. Aventurar hipótesis es malo, pero peor es esperar el próximo accidente para tomar alguna acción.
Por esas casualidades de la vida, de esas que pueden ser espeluznantes, que pueden ser un aviso o apenas un llamado de atención en la vida, el día anterior me había montado en un avión con cuatro compañeros de trabajo. El martes en la noche, de Maiquetía a Barquisimeto, y el miércoles en la noche, de Barquisimeto a Maiquetía.
En esos viajes, así como en otros recientes en la misma ruta pero en diferentes aerolíneas, advertí el deterioro de los aviones. Ahora bien, es cierto que el pasajero apenas puede darse cuenta del deterioro de asientos, baños, espacios para maletas, equipos de emergencia... pero el deterioro peligroso está en los equipos, motores, hélices, tren de aterrizaje y demás artilugios de las aeronaves; es decir, en todo aquello que no podemos ver ni revisar.
Con vergüenza, recordé que en Ecuador, país al que lamentablemente una buena parte de los venezolanos ve con cierto desprecio (digo lamentablemente, porque tres años de mi vida los pasé en Quito y comprobé lo diferente que es nuestra percepción a la realidad de ese país), el negocio aéreo "doméstico" -nacional- está bien desarrollado. El puente aéreo entre Quito y Guayaquil, la alta demanda de los viajeros y la creciente modernización del país, han obligado a las principales líneas aéreas (TAME; AeroGal y recientemente VIP) a actualizarse, lo cual incluye aviones nuevos y más seguros.
Lamentablemente, algunos de los aviones de nuestras líneas aéreas nacionales, no cumplen requerimientos mínimos de seguridad. Y eso no es noticia. La noticia, por desgracia, son las muertes de las cuarenta y seis personas.
Paz a las almas de las personas fallecidas y resignación a los familiares y amigos.
II
Mientras el país pasaba el trago amargo de la noticia, al presidente Chávez no se le ocurrió otra cosa que hacer una cadena nacional de varias horas, para responder a un titular de prensa del matutino Últimas Noticias.
A la tragedia aérea le dedicó apenas un par de minutos. A las glorias de su sistema de salud, le dedicó el resto del tiempo. A Chávez lo sacudió un titular que decía: "Salud en coma por falta de real".
Volvió con el estribillo de la guerra mediática, o como también la llaman, de "cuarta generación", con los ataques a los dueños del medio ("oligarcas"), al director Eleazar Díaz Rangel (probado chavista), y al diario en general, al cual volvió a llamar "Últimas Mentiras". Como siempre, tratando de hacerse el gracioso y tratando de darle giros al lenguaje para causar impacto. Tanto fue el asunto, que Últimas Noticias decidió al día siguiente darle la portada al presidente y su respuesta.
Se hizo el gracioso también con el "cantante ese, creo que es español... no se cómo se llama", Alejandro Sanz y a Fito Páez, a quienes invitó a cantar y decir lo que quieran en Miraflores ("señor Alejandro Sanz, venga a cantar a Miraflores, si quiere le presto la Plaza Bicentenaria para que venga a cantar")... como si esa vaina fuese suya y sólo él decide a quien le "empresta" o no la Plaza.
Para rematar ese tema, a propósito de los apoyos varios recibidos por el cantante Sanz, el ministro del poder popular para la "curtura", Francisco Sesto, conocido por sus panas como Farruco, escribió una carta abierta al cantante Joan Manuel Serrat. Pues bien, la carta es un canto a la cursilería y a la jalada masiva de testículos presidenciales con la pretensión de explicar que el gobierno en jamás de los jamases censuró, censura o censuraría a Alejandro Sanz. Que él está equivocado. Que el gobierno de Chávez es lo más abierto a la cultura que existe.
Transcribo la carta y, en negritas (no hay forma de llamarlas letras afrodescendientes), los raptos de cursilería, y por qué no, de "mariconería soft", que deja deslizar el ministro. ¡Ay barquilla!
Caracas, 20 de Febrero de 2008.
Querido amigo:
Permíteme que te llame de esa manera porque de verdad lo eres, aunque no lo sepas. Tus canciones, la imagen de tu sencillez y tranquilidad de espíritu, así como la referencia del compromiso tuyo con una visión incluyente del mundo, han sido algo importante en mi vida, como lo ha sido en la vida de muchas personas que me rodean.
Además somos, por así decirlo, de la misma camada. Pues yo nací en octubre y tú en diciembre de 1943. Viejos camaradas a distancia, uno de ellos sin conocer al otro, en una relación asimétrica.
La primera noticia tuya la tuve, creo, a mediados de los sesenta, a través de un disco de 45 revoluciones con canciones en catalán. Me acuerdo todavía de Les Sabates: "Quanta gent que passa amb l'ull sorrut!..Quanta gent l'esperança ha perdut!.". Y luego te fui siguiendo a lo largo de estos cuarenta y tantos años, comprando casi todos los discos que sacabas y asistiendo a tus conciertos. El último fue el que nos ofreciste en Caracas en noviembre pasado, junto a ese otro gran amigo y camarada (aunque él tampoco lo sepa) que se llama Joaquín Sabina. Acudí como un espectador más, entremezclado entre el público al que pertenezco. Aún siendo ministro del poder popular para la cultura, no hice ningún esfuerzo por saludarte ni por hacerme notar. Tampoco estuve en los lugares preferenciales. En ese momento yo era únicamente un espectador agradecido por el hermoso regalo que nos estaban dando Serrat y Sabina. Y lo cierto es que lo disfruté bastante.
Hoy, sin embargo, una piedrecita se me metió en el zapato causándome una molestia que me impulsó a escribir esta carta. Acabo de leer una noticia en un periódico caraqueño con fecha 14 de febrero, en la que se comenta que entre los firmantes de la carta de solidaridad con Alejandro Sanz, aparecen tu nombre y el de Joaquín Sabina.
No me incomoda ni puedo criticar, ciertamente, la solidaridad entre colegas. Es natural y comprensible. Lo que me preocupa es que puedas haber firmado esa carta a la luz (o a la sombra) de la campaña mediática nacional e internacional que, desde hace años, se ha desatado contra nosotros, pueblo y gobierno de Venezuela.
Yo quiero explicarte bien este caso. Por un lado, para que conozcas la verdad. Y por el otro para poder seguir disfrutando de tus canciones sin sentir un mal sabor, una amargura, en el alma. Es por mí, por quien lo hago. Perdóname esa. Lo primero que debes saber es que el incidente Sanz se produce en un momento en el cuál el Poliedro de Caracas acababa de cambiar de manos. Hasta entonces el Poliedro era una fundación adscrita al Ministerio de la Cultura y en esos días, se había concretado su adscripción al Ministerio de Educación Superior. De manera tal que todo en el Poliedro estaba en revisión profunda para adecuarlo a unas nuevas funciones, analizándose desde su razón de ser, hasta la propia organización gerencial. Ese es un dato importante del asunto.
Fue en esos días cuando, ante la solicitud de una determinada compañía productora de espectáculos, la nueva autoridad decide no darle el visto bueno a la presentación de Alejandro Sanz en el Poliedro.
Debe quedar claro que en ningún momento se censuró su presentación, ni se le impidió presentarse en otro lugar ni, mucho menos, se le negó la entrada a Venezuela. Ningún tipo de prohibiciones. Sólo dificultades para usar un espacio, el Poliedro. A partir de allí comenzó el tsunami mediático a tergiversar las cosas. A mentir descaradamente, como es su costumbre. Pero eso no es nada para nosotros. Lo vivimos todos los días. El caso es que muy pocas semanas después se superó el incidente y se autorizó la presentación de Alejandro Sanz en el Poliedro de Caracas. Eso es historia documentada.
Pero, en un cierto momento, habiéndose comenzado incluso a vender las entradas, al cantante ya no le pareció interesante o conveniente venir a Venezuela. Desconozco las razones por las que no quiso actuar aquí. Comenzó entonces a improvisar excusas. Dijo que ninguno de los grandes hoteles de Caracas quería darle alojamiento, cosa que de inmediato fue desmentida públicamente por el Meliá Caracas, el Embassy Suites, el Tamanaco y el Eurobuilding. Poco después salió en televisión con una camiseta en inglés insultando soezmente al Presidente Chávez. Y desde este lado para no quedar en desventaja, la Cámara Municipal del Municipio Libertador declaró a Alejandro Sanz persona no grata. Bueno, la vida es así. Donde las dan, las toman.
Y luego, como en un coro bien dirigido, comenzaron a aparecer en todo el mundo las voces contra la censura en Venezuela, involucrando en la crítica al propio Presidente Chávez que, me consta, no tenía arte ni parte. Hoy mismo salen dos entrevistas a Fito Páez, en su paso por Caracas. En El Nacional dice: "Chávez no tolera la disidencia, es intolerante. Uno tiene derecho a pensar, hacer y decir lo que quiera, mientras eso no afecte a los demás". En El Universal declara: "Chávez debería meterse con gente más pesada, como yo".
Bueno, la verdad, Joan Manuel, es que ni Chávez ni nadie aquí se mete con los intelectuales, ni con los artistas ni con ninguna persona en particular por sus ideas o sus creaciones. Yo no estoy seguro de poder calificar a Venezuela como el país más libre del mundo, pero de lo que, sí, estoy seguro, es que éste es un país tan libre como cualquiera pueda serlo. Y desde luego mucho más, por ejemplo, que los EEUU o que la propia España, donde a cada rato, y tú lo sabes, se cierra o se multa un periódico, se prohíbe un partido o se enjuicia a unos muchachos por quemar una fotografía en público.
Yo puedo jurar y juro, como Ministro del Poder Popular para la Cultura y como ciudadano, que en nuestro país la libertad de creación, de opinión y de información es absoluta, sin otro límite que el de las propias leyes. No conozco aquí, en esta época, ningún ejemplo de censura por parte del Gobierno. Esto es un hecho que cualquier visitante o, incluso, cualquier usuario de internet que no crea en chismes y vaya a las fuentes, puede constatar. Basta con leer los periódicos (para muestra las entrevistas de hoy a Fito Páez, el peso pesado) o sentarse por unos minutos ante un canal de TV tan venenoso como Globovisión.
Y por último ¿sabes una cosa?: si algún funcionario público pudiera cometer un error de ese tipo en algún momento, esa persona no sería precisamente el Presidente Chávez. Nunca él. No va con su naturaleza. A Hugo Chávez, como persona y como político, le gusta jugar limpio y ganar en buena lid. Es fuerte en la batalla de las ideas, sin otorgar concesiones innecesarias a la retórica académica o cortesana, pero dentro de la confrontación no hace trampa, no mueve las fichas, no compra al árbitro, no le amarra las manos ni la boca a nadie. Lo digo con propiedad, porque lo conozco, creo, bastante bien. Y este es otro dato del asunto.
De modo que así están las cosas.
Yo me saqué una piedrecita del zapato escribiendo esta carta y, si no hay novedad, podré seguir escuchando tus discos, queriéndote y admirándote, como siempre lo he hecho. Y lo mismo con Joaquín Sabina.
Vaya un saludo cariñoso para los dos.
Farruco Sesto
Bueno, ojalá no tenga más "piedrecitas" guardadas por ahí el cursi ministro de la "curtura".
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