Los problemas técnicos aún no se han resuelto, a pesar de que hoy puedo escribir. Por suerte, la misma tecnología, causante de estos problemas, ofrece múltiples posibilidades por las cuales optar para lograr la comunicación.
Todos estos días que no he podido entrar al blog han hecho que tenga una acumulación de temas en mi cabeza sobre los cuales comentar. Algo así como cuando uno va metiendo peroles en un armario o gaveta, hasta que llega el momento que da miedo abrirlo porque todo se viene encima. Símiles de desordenados.
Este país está anestesiado. Más allá, todos estamos anestesiados. La sobreabundancia de estímulos puede provocar ese efecto de anestesiamiento, así como también puede generar confusión o, en casos extremos, síntomas epilépticos (como aquel cuento proveniente de Japón de hace unos diez años, de unos 700 chamos que tuvieron ataques epilépticos viendo un capítulo de Pokemon). Pero en nuestro caso, ni siquiera tenemos ataques epilépticos... bueno, tal vez me equivoque: en algunos momentos he pensado que fechas como el 27 de febrero de 1989 o el 11 de abril de 2002 son especies de "ataques epilépticos" que se producen en nuestra sociedad. Con el perdón de quienes padecen la condición, claro está.
Los hechos se suceden uno tras otro. En cascada. O en caída libre más bien. Tanto, que ya es imposible delimitar cuándo arrancó toda la saga de acontecimientos políticos que hoy se nos atragantan.
Cuando el Rey Juan Carlos mandó a callar a Chávez, parece que también le hubiese echado una maldición. Logró lo que nadie antes había logrado: encarnar el sentimiento de millones, dentro y fuera de Venezuela, de mandar a cerrarle la boca al hablador de paja número uno del continente, manteniendo además una postura de dignidad difícil de encontrar entre tanto insulto y tanta bajeza. Ese fue su punto de quiebre. A partir de allí, las cosas no salen bien.
El otro papelón en Arabia Saudita, cuando pretendía que la OPEP definiera como línea que el petróleo es un arma política (cosa que hace Chávez desde hace tiempo); la reunión fallida con Nicolás Sarkozy, a propósito de las pruebas de vida de Ingrid Betancourt; las vergonzosas declaraciones post-referendum; el show fallido de la selva; la intromisión descarada de Piedad Córdova y Daniel Ortega (sus únicos puentes con el mundo); el papelón universal del 31 de diciembre, cuando el presidente Uribe pone al descubierto la trama del niño secuestrado por las FARC y la respuesta de Chávez el mismo 31 en la noche; la liberación de las rejuvenecidas secuestradas, que parecían haber llegado del Spa de las FARC; el apoyo abierto de Rodríguez Chacín y de Chávez a las FARC y al ELN; la petición -casi orden- al mundo para que no sigan llamando "terroristas" a los muchachones; el descaro de decir que limitamos con las FARC y no con Colombia; la confesión del consumo de hojas de coca y la posterior masticada en vivo; la defensa velada del narcotráfico; el regaño indignante a los funcionarios gubernamentales, entre ellos su papá; las decisiones judiciales internacionales en el affaire Exxon -Mobil vs. PDVSA; el llamado a guerra contra el imperio; lo terrible de que sea Rafael Ramírez el "vocero" anti-imperialista; la expulsión del SENIAT de Vielma Mora; la "subida de lote" del hermano Cabello; la acusación de corrupción de Luis Tascón contra José David Cabello; la recontraacusación de Diosdado Cabello contra Tascón (agente del imperialismo); la recontraexpulsión de Luis Tascón de las filas del PSUV (récord Guinness por haber sido expulsado dos veces de un partido... que aún no empieza a funcionar); las groseras arremetidas de cuanto funcionario chavista de medio pelo existe contra Globovisión; el saqueo de un Mercal ¡en Sabaneta de Barinas! (la cuna del prócer); la tontería aquella de Carlos Escarrá de decir que la inseguridad la provoca la oposición; la entrega mansa de la Policía Metropolitana al Gobierno nacional; la declaración de que la policía debe ser "subversiva" de parte del Ministro Rodríguez Chacín; y muchos otros etc.
Entonces, ¿nos anestesiamos? ¿hacemos como que aquí no pasa nada? ¿tendremos respuestas epilépticas? ¿nos confundimos? ¿nos hacemos "los muertos" como algunos animales cuando se ven en peligro?
En el medio, todos hacemos nuestras vidas: vamos a trabajar, a estudiar, o a no hacer nada; vamos a comprar, quejarnos, hacer colas; algunos se van de viaje; otros disfrutan el Carnaval y ya hacen planes para Semana Santa; otros se casan; otros sobreviven; otros celebraron el 14 de febrero... en fin... ¿cómo conciliar un país tan lejano, una abstracción llamada Venezuela, con nuestras vidas tan llenas de estímulos, carencias, necesidades, sueños, actividades?
No se. Supongo que por eso existe en otros países algo llamado "institucionalidad" o cosas más accesibles llamadas instituciones. Es decir, aquellas cosas abstractas, pero no tanto, que nos permite junto a muchas otras personas lograr objetivos comúnes; o si no, al menos sirven de intermediarios efectivos y eficientes. Pero donde eso no existe, los ciudadanos nos vemos "en figurillas" -como diría Mafalda-para tratar de hacer un mejor país: el objetivo se nos convierte en una tarea absolutamente titánica y fuera de control. La consecuencia es que nos sumimos en la desesperanza o empezamos a buscar salidas no convencionales.
El país se nos vino encima, y aún no nos damos cuenta. Cuando despertemos, estaremos en shock un buen rato, hasta que la rabia nos ciegue o la razón se nos imponga finalmente para empezar la necesaria reconstrucción del país.
Que Dios, una vez más, nos agarre confesados.
País bizarro -y anestesiado-
Etiquetas: Crisis, VenezuelaEscrito por Néstor a la/s 11:48 p. m.
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