La cayapa como doctrina

La palabra “Cayapa” es un término que tiene raíces indígenas. Significa algo así como “trabajo o cooperación en equipo”. Sin embargo, tiene un significado extendido, de uso común entre los venezolanos. Según Wikipedia:

... Por lo común, la palabra cayapa se usa peyorativamente para referirse a la agresión que un grupo de individuos hace a una o más personas en situación desventajosa. La palabra se aplica tanto al grupo de atacantes como al acto mismo de realizar este tipo de ataque.

Además, la agresión puede ser de tipo físico, a puños o con armas, o de tipo moral. En un debate o discusión, por ejemplo, cuando varios individuos con un mismo criterio u opinión atacan los argumentos de otro que está solo en su posición, suele decirse que le cayeron en cayapa...

En Venezuela, el actual gobierno instauró la cayapa como costumbre política, como un conjunto de acciones agresivas orientadas a extirpar a la parte de la población que no se postra ante el comandante. Caerle encima a quienes están en situación desventajosa es uno de los más cobardes legados que nos dejarán los revolucionarios.

Esa costumbre devenida en doctrina, está comenzando a probar suerte fuera del país. Ahora podemos decir con certeza que la cayapa es parte de nuestra política exterior. El caso Honduras es una muestra evidente. No es que antes no se intentara. Desde acá, el presidente Chávez ha querido gobernar a toda la América Latina -y si lo dejan, al mundo-, ha insultado, humillado y chantajeado a cuanta persona o institución se atraviese en su camino.

Pero el caso Honduras pasará a la historia por la cantidad de errores que se han cometido y por las torpezas cometidas por sus protagonistas.

No olvidemos que en Honduras ocurrió un golpe de Estado contra el gobierno constituido de Manuel Zelaya. Esa es una realidad ineludible, un hecho fáctico. Pero apenas una parte de la realidad.

No olvidemos que, como en cualquier situación política, los golpes de Estado no ocurren asépticos, transversales; siempre tienen una historia que los explica. Claro, las explicaciones no son elementos legitimadores, pues eso nos llevaría al error garrafal de dividir los golpes de Estado en buenos y malos. En tanquetas buenas alrededor de palacios de gobierno y en tanquetas malas. En soldados rebeldes y soldados gorilas. En gobiernos malucos y gobiernos del pueblo.

Si en Honduras procedía la sucesión constitucional tras la renuncia o tras la destitución o ausencia absoluta del presidente, entonces no era necesario sacarlo con tropas militares y montarlo en un avión militar con rumbo desconocido. No solo era innecesario, sino que es un acto delictivo, que sin dudas debe ser penalizado. Ahora bien, las formas y el fondo de la penalización es un asunto que resolverán los tribunales hondureños o, en su defecto, los tribunales internacionales.

Lo inquietante es que la crisis política hondureña viene desarrollándose desde hace tiempo. En los meses previos no hubo OEA, ONU, Unión Europea o lo que sea que dirigiera algunas miradas o comentarios ante la situación. Después del golpe, todos gritan en contra. Antes del golpe, nadie vio nada.

Pero casos relativamente parecidos, detalles más detalles menos, ocurrieron en otros países: Venezuela (febrero 1992; noviembre 1992; abril 2002); Bolivia (octubre 2003) y Ecuador (abril 2005). En cada caso, las constituciones preveían salidas a las crisis políticas, por lo que jugarse la carta militar resultó un anacronismo incomprensible.

Tanto en Venezuela, como Bolivia y Ecuador hubo cambios políticos derivados de esos golpes de Estado. Las instituciones demostraron, como ha sido costumbre en la América Latina, su precariedad frente al poder de las armas. Los cambios que lograron con las armas o empujados por ellas.

A pesar de los esfuerzos del presidente encargado Micheletti por explicar la situación legal y legítima de su gobierno; el presidente depuesto Zelaya viaja de un país a otro implorando que entre todos le solucionen el problema que él mismo se creó.

Hay otro dato crítico en Honduras: el resto de los poderes públicos, así como gran parte de las organizaciones políticas y sociales del país apoyan la salida de Zelaya del gobierno. Lo cual complica las cosas, pues a pesar de la condena internacional (casi unánime), las instituciones de Honduras se han mantenido firmes desafiando las amenazas de invasión y de distintos bloqueos.

Paradójicamente, los gobiernos más interesados en un bloqueo y una invasión a Honduras son sus (hasta hace un par de semanas) principales “socios” y “amigos”.

¡Vaya uno a querer amigos de ese calibre!, pensarán los hondureños y con toda la razón.

Con Chávez a la cabeza, Daniel Ortega; Rafael Correa; Raúl Castro; Fernando Lugo y Cristina Kirchner se han sumado a la curiosa “Cruzada Anti-Gorilas” de una manera francamente grosera e irrespetuosa contra Honduras y contra sus respectivos países. Por cierto, es demasiado notoria la ausencia de Evo Morales en todos estos acontecimientos.

¿A qué viene que estos presidentes se meten en estos líos? Es curioso, especialmente en los casos de Nicaragua; Venezuela; Paraguay y Argentina, donde los gobiernos hacen aguas en medio de crisis políticas y económicas de grueso calibre. Parece una conjura de los miedos propios, un escape a sus realidades nacionales.

¿Será que en Venezuela; Nicaragua; Ecuador; Cuba; Paraguay y Argentina no hay problemas que resolver? Es la primera pregunta que viene a la cabeza. Pero no es la principal pregunta que hay que hacerse, pues proviene del estómago y no de la reflexión política. Lo que realmente habría que preguntarse es qué hay detrás de todo este escándalo internacional.

Otros países latinoamericanos, en cambio, han permanecido prácticamente en silencio: Brasil; Chile; México; Perú; El Salvador; Colombia; Panamá; y Canadá. Quizás, eludiendo la diplomacia de cayapa que han querido imponer groseramente los países del ALBA a la OEA con nefastos resultados. Quizás, reservándose para lo que parece ser la gestión diplomática coherente encabezada por el presidente Oscar Arias de Costa Rica.

La OEA ha actuado como un verdadero sindicato de presidentes electos -si son amigos de Chávez, mejor-, lo que deslegitima su papel en lo que a resguardo de los Estados y los pueblos se refiere.

De nada sirve una OEA que se hace la vista gorda con las exageradas violaciones hechas por distintos países de la organización, mientras pierde el control frente a los acontecimientos en Honduras.

El desvergonzado papel jugado por Insulza es una afrenta para lo que era la OEA. El papel de subordinación jugado por Insulza frente a Chávez casi da asco.

Si ya las cosas iban bastante mal, el domingo pasado botaron la casa por la ventana. Zelaya fue llevado en avión a Tegucigalpa, con las intenciones de "recuperar" la presidencia, mientras se instigaba a la rebelión a través de Telesur, en un acto totalmente irresponsable.

Una vez fracasada la gestión de Insulza y cumplido el plazo del ultimátum dado por la OEA al nuevo gobierno de Honduras, se jugaron la carta del llamado a la violencia: el asalto a Honduras vía aérea, ante los ojos atónitos del mundo.

El hecho en sí podría ser considerado como un acto de guerra. El espacio aéreo de Honduras fue violentado por una aeronave de matrícula venezolana (de PDVSA), con tripulación militar venezolana, sin permiso de las autoridades civiles y/o militares hondureñas, con un pasajero indeseado, con otros pasajeros internacionales como escudo humano. Todo esto conforma uno de los asaltos políticos más graves que yo recuerde.

Esa intromisión ni siquiera fue disimulada. El presidente Chávez fue explícito al “dirigir” la supuesta invasión a Honduras desde Caracas, con un TV y un pizarrón. De lejitos, eso sí... por si acaso se desataban combates de verdad.

En cualquier lugar del mundo, aviones de la Fuerza Aérea hubiesen “escoltado” al avión venezolano hasta salir del espacio aéreo; lo hubiesen obligado a aterrizar en un lugar designado por el país destino o, simplemente, lo hubiesen derribado.

Gracias a Dios, no ocurrió una tragedia, pero sin dudas eso era lo que se buscaba.

Por cierto, habría que revisar con mucha firmeza el papel de Telesur en los acontecimientos. Era el canal de comunicación entre Zelaya y sus seguidores en Honduras. ¿A cuenta de qué Telesur instigaba a los hondureños y hablaba de baños de sangre y masacres que no existieron? Telesur fue, a no dudarlo, un brazo dentro de la estrategia militar contra Honduras. Todo planificado por Venezuela, Nicaragua y Cuba, con el silencio de El Salvador.

Me sorprende, a la distancia, que el tema no haya derivado en un escándalo mayúsculo. No es poca cosa lo que se intentó hacer (una invasión, básicamente). El acto de invadir el espacio aéreo de Honduras fue con premeditación, alevosía y con toda la intención de ocasionar una tragedia... cuando menos, una “guerrita”, esa barajita que le falta a Hugo Chávez en su macabra colección.

Por el momento, Honduras debe estar armando el expediente jurídico para demandar a Venezuela. Por ahora, después del fracaso de la operación para provocar una crisis mayúscula en Honduras, el presidente depuesto cambió su mirada de Caracas a Washington, donde sí le están garantizando una salida más honrosa.

Sin dudas que la mediación de Oscar Arias es un palazo en la cabeza de Insulza. Un “despido indirecto”, si tal cosa pudiera aplicar en la OEA.

Las lecciones son muchas. Los precedentes, gravísimos.

Argentina, Cuba, Ecuador, Nicaragua y Paraguay jugaron el triste papel de peones de Chávez. Sea o no cierto, la percepción es que los presidentes de estos países hicieron lo que alguien más les ordenó. Sorprende que en Argentina, por ejemplo, este triste papel de Cristina Kirchner no esté en tela de juicio.

Zelaya desnudó a Chávez. Desnudó sus miedos, sus ansias de sangre (la de los demás, claro), sus visión de la política como un verdadero campo de guerra. Su irresponsabilidad y el peligro que representa para muchos. Por el solo hecho de permitir un acto tan irresponsable como el de su traslado a Honduras en un avión venezolano, sabiendo que la intención era provocar el caos, Zelaya debe ser juzgado en su país.

Me parece que pronto conoceremos los detalles detrás de esa operación militar del domingo pasado. Me parece que progresivamente nos enteraremos de lo que realmente Chávez, Ortega y Castro habían planeado para Honduras (contra Honduras). Me parece que esta historia todavía está cruda.

0 Comentarios para la Caja: