Pandoro navideño

Cada año, parte de las "tradiciones navideñas" incluyen un delicioso pan, parecido a un criollo ponqué, llamado pandoro.

El pandoro es confundido habitualmente con el panettone, otra creación italiana, ésta llena de frutas confitadas. Sin embargo, el pandoro tiene su propia historia:

Su origen se debate entre las fronteras de Verona con el imperio austrohúngaro, donde los confiteros de la Casa Real de Viena, que trabajaban en el centro de la ciudad de Verona, crearon un pan probablemente inspirados en la masa del croissant francés o en un pan llamado “Nadalin” que tenía forma de estrella. Otra versión sostiene que nació en Venecia cuando las ricas familias del Renacimiento degustaban un “pan de oro”, el cual era literalmente cubierto de delgadísimas laminillas de oro puro. Desde entonces hasta la actualidad debe su nombre al hermoso color de oro, que ahora toma cuando el barniz de clara y yema batidas se acaramelan en el horno.
Cerca de mi casa, en Caracas, desde siempre ha existido una pastelería llamada Pandoro. Hoy me enteré que dicha pastelería ya tiene 44 años. Desde que la recuerdo, conserva su fachada y su interior. Y a juzgar por lo que venden y la calidad de lo que venden, el proceso de preparación sigue siendo tan artesanal como desde el principio. Entendiendo que lo "artesanal" en este caso es un valor positivo.

Desde hace unos doce años aproximadamente, he venido comprando pandoros en cada navidad(de chocolate, vainilla, mazapán, almendras). Se ha vuelto una tradición para muchos, pues cada año es más difícil comprarlo por la cantidad de personas que lo demandan.

Cada año, a partir del 22 de diciembre se hace casi imposible comprar algo en esa pastelería sin antes enfrentar una cola de potenciales compradores o los anaqueles ya vacíos. Ayer en la tarde me paseé por el lugar y me dijeron que desde las 9 am se habían agotado todos los pandoros. Que si quería comprar, tenía que ir antes de las 8 am para no encontrar demasiada gente en cola.

Cuando se hace esa cola para comprar el pandoro, cada año se ven más o menos a las mismas personas, principalmente vecinos del sector. Cada año hay mayor demanda pero siempre la misma oferta... toda una apología al país donde vivimos. El espacio físico de la pastelería y su breve estacionamiento provoca una congestión vehicular en la zona que tiene que ser saldada con fiscales de tránsito. Nunca faltan los vivos, los que para estacionarse entran por la salida, aumentando el caos de la zona.

Tampoco faltan los que creen que pueden recurrir a técnicas más modernas de la compra/ venta, como el apartado del producto pagándolo desde antes. Siempre obtienen la misma respuesta que he venido escuchando año tras año: no se aparta nada ni se aceptan pagos por adelantado ("no garantizamos nada", es la frase que escuché este año).

Como ocurre en el país a diario, la cola para comprar algo se llena de impacientes, echadores de chistes, los comentarios de política y también los infaltables rumores. Cuando las colas avanzan, avanzan también los comentarios sobre los que van comprando:

"... ese hizo su mercado de pandoros..."
"... se está llevando como cuatro, así se va a acabar rapidito..."
"... sale todo el mundo con su pandoro pero la cola no avanza, ¿será que se están coleando allá alante?..."
"... a esa no la ví haciendo cola..."
"... parece que se acabó el de mazapán..."
"... tengo aquí una hora y parece que hay que volver a la una..."
"... ahora van a vender sólo dos por persona!..."

Y así sucesivamente.

Más de la pastelería Pandoro:

Fue en 1964, y por supuesto fueron dos italianos, quienes se asociaron para fundar la pastelería Pandoro. Francesco Frigato y Salvadore Novile deciden dar nombre a la compañía a partir de un libro llamado Pandora y no como la gente cree, por la tradicional historia del pan. El señor Frigato es desde sus comienzos el maestro pastelero y el señor Novile fue entonces el administrador.

Más tarde, este maestro pastelero junto a su esposa Olga adquiere todas las acciones, quedando así como único dueño del negocio. La familia Frigato trabaja toda para cuidar la calidad de sus productos, así que no agregan preservativos a las recetas, como es el caso de las grandes industrias.

Mantienen el tradicional panettone relleno de frutas confitadas, que se produce y ofrece durante todo el año. GeanCarlos Frigato (hijo) recomienda comerlo dentro del mes que le sigue a su preparación. Mientras el pandoro que es de masa más suave se hornea los sábados cada quince días, pues su frescura mejora la calidad. Principalmente es elaborado con su tradicional sabor a vainilla. A este lo acompañan dos especialidades: uno que lleva trocitos y lluvia de chocolate, y el otro sabor increíble es el de mazapán, conocido también como amaretto o almendras.

El panettone y el pandoro de la pastelería Pandoro sólo pueden ser conseguidos en la propia pastelería. No se vende a ningún distribuidor ni local.


Después de todo, vale la pena el pandoro. Es mi desayuno tradicional de cada 25 de diciembre y 1° de enero, junto a un buen pan de jamón y una taza gigante de café con leche.

Pero no es sólo en navidad que se vende este producto. Lo hacen durante todo el año, como dice más de un cartel hecho a mano en las paredes de la propia pastelería.

Fuente: Revista Estampas, El Universal (http://www.eluniversal.com/estampas/anteriores/051204/encuentros7.shtml)

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