Caracas, siempre



Espectaculares fotos: la primera, panóramica impresionante de la ciudad; la segunda, de Caracas en 1969, a finales del ciclo de modernidad y cambios estructurales que comenzó en la década del 40.

En lo personal, esa última foto, como tantas otras que veo de esa Caracas, me evoca un pasado que no viví. Claro, ¿cómo puede evocarse algo no vivído? No lo se, pero me ocurre. A veces con una cierta intensidad que llega a preocuparme. Tal vez lo que me evocan estas fotos son nostalgias que, aún no habiéndolas vivido, son parte de alguna memoria que de vez en cuando se sacude y aflora en la consciencia (Sr. Jung, ¿estaremos hablando de algo parecido a lo que usted llamó "inconsciente colectivo"?).

Lo cierto es que esa nostalgia de una ciudad que ya no existe (porque hay que ser claros, esa Caracas del período 1940 - 1970 ya no existe) probablemente sea un estímulo para mejorar la ciudad que ya tenemos. Y es que esta Caracas del 2007, que aunque suene feo decirlo aún no entra en el siglo XXI, tiene que reinventarse a partir de sus hijos que hoy la vemos más contradictoria que nunca.

Caracas, en esta "vuelta a la Patria", me ha recibido con algunos cambios importantes: más personas en las mismas calles y avenidas de siempre; más calor - menos verdes (hablo de árboles, no de dólares... aunque puede aplicar); más deterioro - más construcciones (lo viejo más viejo y roto; lo nuevo aún por nacer... como un perfecto símil del país); en fin... más colapso del que siempre he visto en una ciudad donde pocas soluciones corren lentamente detrás de los muchos problemas, pocas veces los alcanzan, y cuando lo hacen, pareciera tarde... caso Metro; caso viviendas; caso lugares de esparcimiento.

Sin embargo, voltear a ver El Ávila y llenarse de su grandeza o ver fugazmente alguna mañana un leve pedazo de cielo azul, de ese azul tan especialmente caraqueño (¿existirá algún código de Pantone que lo imite?), es la mejor de las recompensas. La lluvia, el tráfico desesperante, el abuso y el grito en la calle, la inseguridad aparatosa, la falsa partición política de la que ha sido objeto y mil otros padecimientos, se diluyen por fracciones de segundos en medio de la Sultana del Ávila, la ciudad de la Eterna Primavera.

Caracas... sin más que decirte.

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