Cuatro efe

Con esa aparición pública se dió a conocer el teniente coronel del ejército Hugo Chávez, el 4 de febrero de 1992. Hace 17 años ya.
Un gran error de los protagonistas del golpe del 4F ha sido la justificación a como dé lugar del hecho de fuerza. Los "comandantes" del golpe siempre se han visto como los predestinados a salvar a Venezuela de la podredumbre en que estaba metida, sin darse cuenta que su accionar violento fue precisamente una demostración más de lo podrida que estaba toda la institucionalidad del país.
El "bautizo" de Chávez no fue, como él hubiese querido, a sangre y a fuego. No. No se batió a plomo ni irrumpió en Palacio manejando un tanque o sobrevolando el cielo caraqueño con un F-16. Ni siquiera una cicatriz de guerra. Al menos no física.
Su bautizo, quiera o no, fue mediático. A través de la palabra. Toda una ironía. Chávez quiso imponer la violencia como discurso (es decir, en sustitución al discurso), pero en su rendición televisada -y telegénica- pidió reflexión a los otros comandantes que permanecían alzados y con las plazas ganadas en batalla. Siempre me he preguntado, ¿qué habrán pensado los otros comandantes cuando vieron a "tribilín" en televisión?
Años después, de nuevo usando la palabra como gatillo, Chávez detona otras violencias... la de sus seguidores, la de quienes harían hasta lo imposible para retrocederle el tiempo al comandante y entregarle una victoria que jamás tuvo entre sus manos.
Desde hace mucho creo que Chávez vive en un perenne 4F. Que cada día que se levanta tiene la misión de terminar esa vieja batalla que quedó inconclusa en su cabeza. Que por eso todos los días se inventa un enemigo, una batalla, un grito de guerra, un comando armado, un asalto institucional, una ráfaga de insultos y provocaciones, un intento de reducir y hacer rendir al enemigo. Que por eso, cada día nos va a hacer vivir su 4F desde la posición que no pudo entonces: la del ganador, la del conquistador, la del guerrero que triunfa, porque eso fue precisamente lo que no pudo ser.
Hoy es 4F y Chávez se celebra a sí mismo, haciéndose loas en lo militar, lamiéndose la vieja herida psicológica de la derrota... pero mañana, mientras para el mundo entero será 5F, para Chávez seguirá siendo 4F y hará hasta lo imposible para que lo sea también para nosotros.

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