¡Así dijeron!


No han pasado siquiera 40 días (39 para ser exactos) de la toma de posesión del nuevo gobierno de Estados Unidos, cuando ya el presidente venezolano apela a la descalificación y al insulto personal como arma para mantener la cuerda tensa entre ambos países.

Más allá de los informes sobre corrupción, apoyo a la guerrilla y al narcotráfico que han salido a la luz las últimas semanas y en los que Venezuela sale muy mal parada, el gran problema de fondo es la decisión de Estados Unidos de reducir a mediano plazo la dependencia de petróleo de países con gobiernos hostiles, entre los cuales por supuesto está el nuestro.

Esa decisión nos deja al descubierto, con una mano adelante y otra atrás, pues el costo de vender petróleo a cualquier otro país medianamente desarrollado es muy superior. Es decir, es más negocio vender petróleo a Estados Unidos que a China por ejemplo. Los únicos dos gigantes con los que Venezuela podría sustituir a Estados Unidos como mercado serían Brasil y México, ambos países productores, ambos países aliados del gobierno norteamericano.

Y nos toma sin un plan de desarrollo. De hecho, sin planes de nada que no sea pisotear opositores y desmembrar el depauperado aparato productivo nacional.

Es importante ver cuál será la respuesta de Estados Unidos. De ella se desprenderá la política de fondo que tendrá ese paí respecto al gobierno venezolano los próximos años.

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