Reflexiones (a) oscuras

Mientras Haití vive la peor tragedia de su historia, los venezolanos estamos obligados a vernos el ombligo nuevamente.

El pasado viernes, el presidente Chávez anunció una serie de medidas económicas, entre ellas la devaluación de nuestra moneda frente al dólar.

Cuando todavía los venezolanos no terminábamos de asimilar el impacto real de las medidas económicas, fuimos shockeados con otra medida de alto impacto en la vida cotidiana: el racionamiento eléctrico.

Estemos claros. Tanto la devaluación como el racionamiento de energía eléctrica eran medidas que estaban "cantadas". Todos sabíamos que ambas estaban siendo aplicadas de facto: la devaluación del bolívar fuerte era un hecho para todos los entes económicos, mientras que el racionamiento de electricidad estaba siendo aplicado todos los días en muchos estados del país.

Digamos que el gobierno formalizó la chapucería. Le puso hora y asignó zonas a los apagones. Y le puso al bolívar un precio más cercano a la realidad.

Es como si el gobierno le pusiera cuotas de asalto, horarios y zonas al malandraje que azota a los venezolanos.

Es,en breve, la formalización del fracaso. La administración vergonzosa del caos. La venganza de la aplastante realidad frente a la constante y maltrecha arrogancia gubernamental.

Las consecuencias de semejante decisión de racionar la energía eléctrica son incalculables. Nadie sabe a ciencia cierta cuál será el impacto en la economía y productividad del país, suficientemente golpeada por la pésima gestión y las políticas retrógradas del gobierno.

Lo peor, es que para esta situación de emergencia eléctrica -en uno de los países que más presume de reservas energéticas- no se solventará en poco tiempo. Así que tenemos oscurana para rato.

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