En medio del furor (real o inducido) de la Copa América, nuestro país permanece flotando en una crisis política - social - económica gigantesca.
El Presidente Chávez salió de gira a Rusia, Bielorrusia (o Belarús) e Irán. Un extraño periplo, justo cuando en su propio país tenía dos "obras" de las que enorgullecerse y hablar por muchas horas: el Viaducto y la Copa América.
El Presidente Chávez salió de gira a Rusia, Bielorrusia (o Belarús) e Irán. Un extraño periplo, justo cuando en su propio país tenía dos "obras" de las que enorgullecerse y hablar por muchas horas: el Viaducto y la Copa América.
Del Viaducto salió corriendo, dicen las malas lenguas, justo cuando un Mirage 50 de la FAV se estrelló, desapareciendo por razones obvias de los radares, lo que generó pánico en los anillos de seguridad presidenciales que creyeron que venían a "magnicidiarlo" con todo y Viaducto. De la inauguración de la Copa América, parece que hasta último momento estaba deshojando la margarita, "voy o no voy", "llevo a Evo o no" "dejo que Diego se lleve los aplausos o me los llevo yo".
Sin embargo, los reclamos de los habitantes de las zonas aledañas al Viaducto y las rechiflas el día de la inauguración son pequeños síntomas, aislados ciertamente, de una descomposición masiva que recorre al país.
Por supuesto, también es extraña la "huída" en medio de una reunión del Mercosur, cuando nuestro país (o el Presidente, más bien) ha bregado intensamente por un puestico en ese organismo, con miras a hacerlo el trampolín antiimperialista de las Américas. Pero como el pez muere por la boca, soltó la metralla verbal contra el Senado brasileño por el caso RCTV, lo que causó conmoción en Brasil.
Ahora, después de la andanada de insultos al Senado de Brasil, dicen nuestros gobernantes que no hay que disculparse con nadie, y Chávez declara que "no estamos desesperados por entrar a un viejo Mercosur que no quiera cambiar". Y remata, cual zorro que no puede alcanzar las uvas y las declara verdes, “si ellos no quieren que nosotros ingresemos al Mercosur, no tenemos ningún problema. Yo incluso soy capaz de retirar la solicitud".
En ese "yo incluso soy capaz de retirar la solicitud" está la esencia de nuestro drama nacional: un Presidente que ha personalizado todas las actuaciones del Estado venezolano, al punto que él mismo ha dicho "Yo soy la ley, soy el Estado". Eso le ha costado a Venezuela estar, ante los ojos del mundo civilizado, a merced de la cambiante bilis presidencial. Ese "yo incluso soy capaz de retirar la solicitud" significa "yo agarro mi pelota y me voy si no me quieren en este equipo"; cuando en realidad es Venezuela quien queda a la deriva: fuera de la Comunidad Andina de Naciones y fuera del Mercosur.
En ese "yo incluso soy capaz de retirar la solicitud" está la esencia de nuestro drama nacional: un Presidente que ha personalizado todas las actuaciones del Estado venezolano, al punto que él mismo ha dicho "Yo soy la ley, soy el Estado". Eso le ha costado a Venezuela estar, ante los ojos del mundo civilizado, a merced de la cambiante bilis presidencial. Ese "yo incluso soy capaz de retirar la solicitud" significa "yo agarro mi pelota y me voy si no me quieren en este equipo"; cuando en realidad es Venezuela quien queda a la deriva: fuera de la Comunidad Andina de Naciones y fuera del Mercosur.
Por cierto, la retirada de la CAN también fue un "se me ocurrió", una decisión producto de una noche mal dormida, que ahora nos cuesta el aislamiento en nuestro propio vecindario apenas matizado por el velo de la riqueza petrolera. Quizás ahora veamos el teatro de Evo Morales y Rafael Correa clamando por el regreso de Chávez (no de Venezuela, claro) a la CAN, y la entrada triunfal del guerrero cual Parábola del Hijo Pródigo, que siempre regresa a casa.
Ese gesto, obsceno desde el punto de vista político, me recuerda otro parecido de Chávez: en medio de la Cumbre Iberoamericana del 2003, hubo un intercambio verbal con el ex Presidente de Chile, el ciertamente antipático Ricardo Lagos, a propósito de aquella estupidez diplomática de que "algún día quisiera bañarme en una playa boliviana"; como Lagos le salió respondón a Chávez, un día en medio de una declaración ante la prensa internacional dijo "a lo mejor Lagos rompe relaciones con Venezuela, no me importa". A lo que provocaba responderle: "a lo mejor a tí no te importa, pero a mí como venezolano sí me importa que se rompan relaciones con uno de nuestros socios naturales". Pero son inútiles los argumentos con quienes no escuchan y se creen la encarnación de los pueblos oprimidos del mundo entero (y más allá).
Mientras tanto, en la Rusia de Putín, aparte de visitar al hermano y a los hijos de Putín (por cierto, excelente artículo de Laureano Márquez del viernes pasado en Tal Cual), se buscan submarinos como quien no quiere la cosa. ¿Será que van a repeler manifestaciones de estudiantes con submarinos? ¿o tal vez groseramente le vamos a regalar uno a Evo para cuando tenga mar, al mejor estilo "Sierra Nevada"?; mientras que en Bielorrusia e Irán se firman convenios de los que nadie sabe mayor cosa. ¿Cuál es el aporte bielorruso o iraní para Venezuela? o al revés, ¿cuál es el aporte venezolano para Bielorrusia e Irán? ¿En qué nos beneficiamos, aparte de sacarle la piedra a Estados Unidos?
Los portazos que está recibiendo el Presidente venezolano son en atención a sus delirios y estupideces personales, pero esos portazos en la cara son para toda Venezuela y por supuesto todos los venezolanos pagamos las consecuencias. ¡Cuánto tiempo, creatividad, dinero y energía nos costará remodelar la política exterior venezolana y reconstruir las relaciones con los países socios naturales del nuestro! Hablo de Colombia; Estados Unidos; Perú; Costa Rica; México; España; el mismo Brasil. Por no hablar de los cambios profundos que habrá que hacer en las relaciones con Cuba; Ecuador; Bolivia; Nicaragua; Argentina; Rusia; Bielorrusia; Irán, y todos aquellos que han visto en Chávez al tío pasado de kilos, ordinario como buen nuevo rico, manirroto, que viene con los bolsillos llenos a comprarse el afecto de la familia.
Un país gobernado por un malcriado que sufre constantemente de insoportables pataletas, muchas de ellas en cadena nacional, nos deja a los 26 millones restantes prácticamente sin control de la vida pública. Esa falta de control de nuestro propio destino es una de las mayores pérdidas que tenemos como Nación como saldo de los últimos 10 años. La falta de control y la profunda división (casi odio) entre algunos sectores del país.
El Presidente abre la boca y cae la Bolsa o sube el dólar paralelo. El Presidente lanza gruñidos contra los medios, y se buscan subterfugios legales para traérles la cabeza de las "bestias mediáticas". El Presidente habla del 2021 y los inversionistas se espantan. El Presidente denuncia magnicidios a diestra y siniestra y el país se mueve alrededor del esquema de su seguridad. El Presidente abraza a Evo y llora por Fidel y proliferan fotos del Ché Guevara y se instaura una especie de racismo al revés (lo indígena y lo negro es lo que vale). El Presidente desprecia a quienes no lo siguen, y sus fans tratan de eliminar a los opositores como si fuesen animales.
En fin. Estamos mal. Un país no puede funcionar en medio de las crisis maníacas y depresivas de una persona. Y lo malo no son sus crisis psiquiátricas personales, sino que se ha desmantelado de manera tan brutal la institucionalidad del país que todo gira en torno a los "humores" presidenciales. Es un mal histórico venezolano que ha llegado al paroxismo con Chávez.
El segundo semestre del año se avizora muy movido para el Gobierno. Septiembre, octubre y noviembre serán "meses calientes", que nos enfrentarán nuevamente unos a otros, como el preámbulo de un decisivo y fuerte 2008.
Dios nos proteja a todos.
Ese gesto, obsceno desde el punto de vista político, me recuerda otro parecido de Chávez: en medio de la Cumbre Iberoamericana del 2003, hubo un intercambio verbal con el ex Presidente de Chile, el ciertamente antipático Ricardo Lagos, a propósito de aquella estupidez diplomática de que "algún día quisiera bañarme en una playa boliviana"; como Lagos le salió respondón a Chávez, un día en medio de una declaración ante la prensa internacional dijo "a lo mejor Lagos rompe relaciones con Venezuela, no me importa". A lo que provocaba responderle: "a lo mejor a tí no te importa, pero a mí como venezolano sí me importa que se rompan relaciones con uno de nuestros socios naturales". Pero son inútiles los argumentos con quienes no escuchan y se creen la encarnación de los pueblos oprimidos del mundo entero (y más allá).
Mientras tanto, en la Rusia de Putín, aparte de visitar al hermano y a los hijos de Putín (por cierto, excelente artículo de Laureano Márquez del viernes pasado en Tal Cual), se buscan submarinos como quien no quiere la cosa. ¿Será que van a repeler manifestaciones de estudiantes con submarinos? ¿o tal vez groseramente le vamos a regalar uno a Evo para cuando tenga mar, al mejor estilo "Sierra Nevada"?; mientras que en Bielorrusia e Irán se firman convenios de los que nadie sabe mayor cosa. ¿Cuál es el aporte bielorruso o iraní para Venezuela? o al revés, ¿cuál es el aporte venezolano para Bielorrusia e Irán? ¿En qué nos beneficiamos, aparte de sacarle la piedra a Estados Unidos?
Los portazos que está recibiendo el Presidente venezolano son en atención a sus delirios y estupideces personales, pero esos portazos en la cara son para toda Venezuela y por supuesto todos los venezolanos pagamos las consecuencias. ¡Cuánto tiempo, creatividad, dinero y energía nos costará remodelar la política exterior venezolana y reconstruir las relaciones con los países socios naturales del nuestro! Hablo de Colombia; Estados Unidos; Perú; Costa Rica; México; España; el mismo Brasil. Por no hablar de los cambios profundos que habrá que hacer en las relaciones con Cuba; Ecuador; Bolivia; Nicaragua; Argentina; Rusia; Bielorrusia; Irán, y todos aquellos que han visto en Chávez al tío pasado de kilos, ordinario como buen nuevo rico, manirroto, que viene con los bolsillos llenos a comprarse el afecto de la familia.
Un país gobernado por un malcriado que sufre constantemente de insoportables pataletas, muchas de ellas en cadena nacional, nos deja a los 26 millones restantes prácticamente sin control de la vida pública. Esa falta de control de nuestro propio destino es una de las mayores pérdidas que tenemos como Nación como saldo de los últimos 10 años. La falta de control y la profunda división (casi odio) entre algunos sectores del país.
El Presidente abre la boca y cae la Bolsa o sube el dólar paralelo. El Presidente lanza gruñidos contra los medios, y se buscan subterfugios legales para traérles la cabeza de las "bestias mediáticas". El Presidente habla del 2021 y los inversionistas se espantan. El Presidente denuncia magnicidios a diestra y siniestra y el país se mueve alrededor del esquema de su seguridad. El Presidente abraza a Evo y llora por Fidel y proliferan fotos del Ché Guevara y se instaura una especie de racismo al revés (lo indígena y lo negro es lo que vale). El Presidente desprecia a quienes no lo siguen, y sus fans tratan de eliminar a los opositores como si fuesen animales.
En fin. Estamos mal. Un país no puede funcionar en medio de las crisis maníacas y depresivas de una persona. Y lo malo no son sus crisis psiquiátricas personales, sino que se ha desmantelado de manera tan brutal la institucionalidad del país que todo gira en torno a los "humores" presidenciales. Es un mal histórico venezolano que ha llegado al paroxismo con Chávez.
El segundo semestre del año se avizora muy movido para el Gobierno. Septiembre, octubre y noviembre serán "meses calientes", que nos enfrentarán nuevamente unos a otros, como el preámbulo de un decisivo y fuerte 2008.
Dios nos proteja a todos.
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