Lo bárbaro no es que el presidente diga "nacionalícese" ante cualquier kiosco o galpón que vea por ahí mal parado. Lo increíble es ver la euforia desbordada, la insensatez maníaca de todos los presentes en esa reunión con el presidente, que prácticamente se vuelven loquitos ante cada palabra del ser supremo.
Por supuesto, muy grave cada anuncio de nacionalización. ¿Cómo va a responder el Estado ante toda la avalancha de demandas que se le viene encima?
Esta información adicional es importante tenerla en cuenta:
Según fuentes sindicales venezolanas, Matesi pertenece al consorcio ítalo-argentino Techint, propietario de la Siderúrgica del Orinoco (Sidor), nacionalizada el año pasado por el Gobierno de Chávez, que pagará 1.970 millones de dólares por la empresa, según acordaron las partes a principios de este mes.
Orinoco Iron y Venprecar pertenecen a un consorcio conformado por capitales locales y el australiano-británico BHP Billiton, la compañía de minería más grande del mundo, según su página web.
Comsigua cuenta con participación del Grupo Acero Kobe Steel, de capitales japoneses y europeos.
En tanto, Tubos Tavsa tiene capitales del consorcio Tenaris, el mayor productor de tubos de acero sin costuras del mundo.
Todo ésto, después de la nacionalización de Sidor, semiparalizada desde entonces. También como antecedente está la expropiación de decenas de empresas proveedoras de la industria petrolera.
Pero aquí "no hay nada que discutir", Chávez está estirando la liga hasta el extremo, a ver cuándo se revienta.
Esto ya pasó cualquier límite medianamente democrático. Estamos en dictadura.
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