Queman nuestra Bandera...





Son imágenes dolorosas las que muestran la quema de la bandera venezolana en Bolivia.

Pero no es la primera vez que ocurre. Cada vez que la crisis y los enfrentamientos callejeros llegan a un punto de climax, sale a relucir un sentimiento anti-venezolano que en lo personal me produce mucha tristeza.

Tengo amigos y muchos conocidos bolivianos. Conocí La Paz; El Alto; Santa Cruz y Cochabamba. Entiendo, lo que un extranjero puede entender en poco tiempo, las profundidades de las tensiones históricas - culturales - sociales - étnicas que recorren el país de punta a punta. Conocí de cerca el rechazo visceral del altiplano paceño y alteño a las llanuras cruceñas y viceversa. Conocí la pobreza y dureza de la vida del altiplano como también estuve cerca de la opulencia -poca, es verdad- que existe en el país. Conocí gente importante y gente que quiere ser importante, aunque la mayoría apenas lucha por sobrevivir.

Viví de cerca el dolor profundo y el sentimiento trágico que acompaña la pérdida irreparable de la salida al mar a manos de Chile -aunque todos los países fronterizos cercenaron en algún momento territorio boliviano-.

Entendí en vivo, en medio de uno de los tantos capítulos de la crisis política, que el carácter boliviano se ha forjado en medio de un estado de guerra y de sitio permanente, salpicado con breves períodos pacíficos.

Pero nada de eso atenúa mi tristeza ni mi dolor - y por qué no decirlo, mi rabia - al ver cómo mi bandera es quemada.

Se que Venezuela en la vida boliviana se ha convertido en los últimos cinco años en esa especie de visita incómoda que nunca se va y que cada vez se enseñorea y toma más decisiones en casa ajena, causando un natural descontento. Pero creo conveniente hacer la precisión que siempre hago en estos casos:

Venezuela no es Hugo Chávez. Hugo Chávez no es Venezuela.
Ni de vaina.

Me duele ver mi Bandera envuelta en llamas. Me duele saber que tras esa bandera quemada se levanta una barrera inmensa que será muy difícil de desmontar. Porque uno de los daños más graves y difíciles de reparar que ha hecho el chavismo enfermizo a los venezolanos es el deterioro de las relaciones diplomáticas de nuestro país, incluyendo los que los enfermos del gobierno venezolano llaman "amigos".

Pero la Bandera de Venezuela no se quema. Que nadie se equivoque.

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