Hoy los venezolanos amanecimos con una noticia bastante desagradable: el asalto de un grupo armado a la principal Sinagoga del país, ocasionando múltiples destrozos, en un claro atentado contra la comunidad judía venezolana y contra sus valores religiosos.
Esto es inaceptable, desde cualquier punto de vista.
Hay que repudiar esta ola de ataques selectivos contra los judíos, desde que el gobierno venezolano enfrentara a Israel por la invasión a la Franja de Gaza. Recordemos que las relaciones entre ambos países están rotas desde entonces.
Pero en nuestro país vive una cantidad importante de judíos -venezolanos o no- que han venido siendo afectados por la violencia verbal promovida por el gobierno y la impunidad con que actúan los atacantes.
Esto recuerda a los lamentablemente famosos "pogromos":
Un pogromo o pogrom (del ruso погром, pogrom: «devastación») consiste en el linchamiento multitudinario, espontáneo o premeditado, de un grupo particular, étnico, religioso u otro, acompañado de la destrucción o el expolio de sus bienes (casas, tiendas, centros religiosos, etcétera). El término ha sido usado históricamente para denotar actos de violencia indiscriminada, sean espontáneos o premeditados, contra los judíos.
La "noche de los cristales rotos" en la Alemania de Hitler (1938) fue un acto premeditado desde el gobierno contra la comunidad judía. Esa noche fatídica, fueron destruídas la mayoría de sinagogas del país y cementerios judíos, aparte de almacenes y tiendas.
Al menos a nadie del gobierno venezolano se le ha ocurrido decir, por ahora, que fue un acto preparado por la oposición y que eso está en los planes del pacto de Puerto Rico, para sacar del poder a Chávez. Pero nada sonaría extraño en esta mala hora venezolana.
Los ataques antisemitas deben parar ya. Esas cosas nunca se sabe como terminan y menos en un país donde la violencia ha suplantado al discurso político como argumento.
Así estamos.
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