La visita de hoy a Caracas de la presidente de la Argentina, Cristina Fernández de Kirchner (Sra. K), ha dejado como "saldo" la nada despreciable cifra de más de mil millones de dólares en 22 acuerdos comerciales bilaterales.
Esos acuerdos, dicen ambos presidentes, no hacen otra cosa sino fortalecer los lazos indisolubles que unen a ambos países.
Por supuesto, tengo serias dudas al respecto. No al lazo entre ambos países, que históricamente han sido buenos -normales, más bien-, pero que desde que está la familia Kirchner Fernández en la Casa Rosada la cosa ha engordado notablemente (el lazo, no los presidentes... aunque también).
Si no fuese trágico el asunto daría risa.
Ayer, en Quito, la Sra. K abogó por un enfriamiento del conflicto -a través de su prolongación en el tiempo- entre Venezuela y Colombia. Lula propuso reuniones con la presencia de Uribe y reuniones con Obama, cosa que sabemos no ocurrirá al menos en un par de meses.
La Sra. K no sólo secundó a Lula sino que propuso que el punto de encuentro sea Buenos Aires, además de dejar deslizar su poco interés en la reunión del 24 de agosto entre ministros de defensa de Unasur. De hecho, diría que sepultó esa reunión antes de nacer.
Mientras tanto, creyendo que se la estaba comiendo, el ministro de comercio venezolano Eduardo Samán se atrevía a carajear a Colombia: "que los diez mil vehículos que les íbamos a comprar se los compre Obama". Así se despachan los problemas diplomáticos y comerciales en Venezuela.
Por supuesto, Samán ya sabía que la presidente de Argentina venía rodeada de empresarios ávidos de venderle a nuestro país muchos carros, medicinas, ropas y quién sabe qué más hay en esos 22 acuerdos.
Extraordinario por la Argentina, país al que le reitero mi afecto y todo mi respeto.
Terrible para Venezuela. Porque no sólo no producimos, no sólo le hacemos la vida imposible al que produce en Venezuela, sino que también nos peleamos con los que producen cerquita de nosotros.
Para rematar, vamos a comprar más lejos, ya de eso sabe Brasil (vaya casualidad). Y aunque digan cien veces lo contrario, con toda seguridad compraremos más caro. Que Venezuela compre más lejos y más caro significa desabastecimiento y aumento de la inflación. Coctél explosivo en cualquier país.
No culpo a la Sra. K. Ella hace lo que le conviene a su país y probablemente cualquiera en su lugar aprovecharía esta coyuntura para beneficiar a su país, a sus empresarios.
Todos los días sale a la calle algún pendejo (en el sentido venezolano del término)... el que se lo encuentre, se lo queda.
El de acá es de la Sra. K.
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