Es duro escribir en medio del dolor.
Pero tengo que hacerlo. Quizás es una forma de elaborarlo y entenderlo. O al menos eso dicen los que saben del tema.
Ayer, luego de tres semanas de sufrimiento, murió la perrita que teníamos en la casa desde hace casi 11 años. Muñeca, una hermosa poddle negra, contrajo una enfermedad incurable que nos obligó a tomar la dura decisión de "dormirla".
Nunca la olvidaré. Su ausencia se nota en cada rincón de la casa, que ella había hecho suya desde el primer día que llegó.
Fue un 23 de junio, del año 1998. En medio de muchos momentos importantes para mí, llegó Muñeca a la casa, cuando apenas era una cachorrita de un par de meses.
Nos hizo mucha compañía, compartió con nosotros lo bueno y lo malo, lo bonito y lo triste que vivimos en la familia durante ese tiempo. Y ella sabía cuando algo estaba mal o bien. Esa sabiduría intuitiva -¿instintiva?- que tienen los perros cuando conocen bien a sus dueños.
La consentida de la casa. El mejor perro que hemos podido tener.
¡Gracias por todos los buenos momentos Muñeca! Ahora te toca descansar.
Y espero que sí, que haya una parte en el cielo reservada para los perros... allí estarás Muñeca, sin ninguna duda.
¡Hasta siempre!
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