Mientras el presidente Chávez va de cumbre en cumbre (de la reunioncita improvisada de loosers, pedigüeños y vivianes de todo pelaje del ALBA a la Cumbre de las Américas), salpicando de culpas al resto del planeta, pregonando un socialismo más cercano a zoocialismo que a otra cosa, en la capital del país se tejen los hilos que desatarán el conflicto esperado por unos y otros.
El alcalde metropolitano, Antonio Ledezma, ha sido arrinconado de todas las maneras posibles: desde el corrosivo verbo presidencial, pasando por las constantes arremetidas e insultos de funcionarios gubernamentales y partidistas de baja calaña, sin olvidar el asalto a las oficinas de la alcaldía -Ledezma despacha desde cualquier oficina de la ciudad-, el asedio de los grupos chavistas armados a las sedes y funcionarios de la alcaldía, el robo de casi todas las competencias municipales y la ilegal designación de una "vicepresidencia" que usurpa todas las funciones del alcalde mayor.
Ahora también lo hostiga físicamente la policía metropolitana:
Jugar con fuego puede ser dañino para la salud.
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