"PDVSA Hypermarket"

A continuación reproduzco el excelente artículo del profesor Axel Capriles, aparecido hoy en El Universal (http://noticias.eluniversal.com/2008/08/28/opi_art_pdvsa--hypermarket_1015662.shtml):

PDVSA Hypermarket:

Podemos entender el país como un hipermercado petrolero, como mezcla de tienda por departamentos y gran almacén de importación de un inmenso campo petrolero. Si queremos comprar pollo, leche, arroz, azúcar o caraotas negras, nos dirigimos al departamento Pdval. Si queremos practicar esgrima, taekwondo o gimnasia olímpica, visitamos el departamento de deportes. Si deseamos más rebajas, vamos al departamento de eventos y asistimos a la próxima megajornada social. Entre departamento y departamento, además, se rifan casitas.

Podemos, entonces, imaginarnos, todos, como habitantes de un extensísimo campamento, como obreros y empleados de Tía Juana, Jusepín, Mene Grande o San Tomé, encerrados tras la protectora cerca del Estado, dentro de un área comunitaria con todas las comodidades: comederos, atención médica, lavanderías, cine, en viviendas de categorías seriadas asignadas por la gerencia petrolera, con servicios prestados a costos nominales o totalmente subsidiados. Como el diseño urbanístico de los campamentos petroleros, nuestro pensamiento será uniforme y estará, también, cercado.

Entendernos como hipermercado de un ilimitado campo petrolero tiene consecuencias perversas. Hace infecciosa la mentalidad minera orientada a la explotación mercantilista y el disfrute a corto plazo, refuerza el locus de control externo y disminuye el dominio que sentimos tener sobre nuestra existencia individual. Lo peor, es que la inflación mental de nuestros dirigentes y la concentración de poder en el Estado ha convertido a Venezuela en una nación de pedigüeños, de mendigos que ruegan favores al Estado.

La falsa revolución de la dignidad ha profundizado los mecanismos de dependencia. Ya no somos dueños de nuestro destino. Ya los padres de familia no debemos luchar por darle un techo a nuestra familia, es deber del Estado. Hoy, todos los venezolanos nos sentimos, como Dalia, merecedores de una vivienda digna. Por eso le pedimos al dueño del petróleo que nos la regale.


Más claro, imposible. La "revolución" ha sacado lo peor de nosotros, sin que nada en el horizonte nos haga pensar en un cambio. Porque, aunque suene a receta fácil de autoayuda, el cambio comienza por cada uno de nosotros. Porque Dalia, y con ella todos los venezolanos, necesitamos recuperar la dignidad que significa vivir con tranquilidad y en paz.

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