Reflexiones (a) oscuras, 2

En un giro inesperado, casi novelesco (por no decir caricaturesco), de esos que tanto le gustan al presidente Chávez, fue suspendido el racionamiento eléctrico en la ciudad de Caracas.

Estas fueron las palabras del presidente anoche, minutos antes de la medianoche:


Si no fuese tan trágico sería hasta gracioso el tema.

El presidente, sabrá Dios por cuáles razones, decidió introducir un ingrediente adicional a nuestro maltrecho país: el odio entre las regiones y la capital.

Hoy, los venezolanos que viven fuera de Caracas amanecieron con una sensación de rabia e impotencia por la medida discriminatoria. TIENEN RAZÓN.

Lo que no entendí, que me pareció bastante agrio, es que algunos venezolanos están pidiendo que se revierta la medida ("si nos jodemos nosotros, que se joda Caracas también"), en vez de pedir la reversión total de la medida y soluciones para todo el país.

No quiero creer que estemos tan hinchados de miseria como para desearnos el mal sólo por vivir en una región diferente. Suficiente teníamos con el odio por pensar diferente.

La chapucería del gobierno ha desencadenado una serie de errores que están teniendo un altísimo costo político. El pésimo tratamiento de la crisis ha electrocutado al gobierno, obligándolo a reaccionar en cuestión de horas, tomando medidas arbitrarias, ilógicas y enredadas.

Es como caer por error en arenas movedizas. Si no te mueves, te hundes progresivamente. Si te mueves para tratar de salir, te hundes más rápido. El gobierno está atrapado.

Casi que no puedo esperar cuál va a ser la noticia/ chapucería/ propuesta/ ley/ tubazo/ show/ denuncia/ acusación/ medida que anunciará mañana el presidente en su mensaje anual a la Asamblea Nacional. Con algo tratará de tapar la gran torta que ha puesto en menos de una semana.

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