Gestos políticos

Ayer se reunió por primera vez en Caracas, después de 11 años, el llamado Consejo Federal de Gobierno.

Según la Constitución Nacional vigente (1999):

Capítulo V

Del Consejo Federal de Gobierno

Artículo 185. El Consejo Federal de Gobierno es el órgano encargado de la planificación y coordinación de políticas y acciones para el desarrollo del proceso de descentralización y transferencia de competencias del Poder Nacional a los Estados y Municipios. Estará presidido por el Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva e integrado por los Ministros o Ministras, los gobernadores o gobernadoras, un alcalde o alcaldesa por cada Estado y representantes de la sociedad organizada, de acuerdo con la ley.

El Consejo Federal de Gobierno contará con una Secretaría, integrada por el Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva, dos Ministros o Ministras, tres gobernadores o gobernadoras y tres alcaldes o alcaldesas. Del Consejo Federal de Gobierno dependerá el Fondo de Compensación Interterritorial, destinado al financiamiento de inversiones públicas para promover el desarrollo equilibrado de las regiones, la cooperación y complementación de las políticas e iniciativas de desarrollo de las distintas entidades públicas territoriales, y a apoyar especialmente la dotación de obras y servicios esenciales en las regiones y comunidades de menor desarrollo relativo. El Consejo Federal de Gobierno, con base en los desequilibrios regionales, discutirá y aprobará anualmente los recursos que se destinarán al Fondo de Compensación Interterritorial y las áreas de inversión prioritaria a las cuales se aplicarán dichos recursos.
Hablemos claro, el Consejo Federal de Gobierno (CFG) en el papel parece una instancia lógica y necesaria. Nadie en su sano juicio podría decir que es una instancia mala o equivocada, especialmente porque en dicho artículo 185 se consagra la descentralización en la práctica.

Sin embargo, para el gobierno nacional, la descentralización es una especie de tara que debe ser extirpada, como de hecho ha venido ocurriendo desde hace algunos años. No es un secreto para nadie la voluntad del gobierno chavista de recentralizar todo el país, mejor aún, de hacer que todas las decisiones de ser posible pasen por la mirada del presidente Chávez. Lo cual es un atraso político que nos devuelve a lo peor del siglo XIX.

Cualquier cosa que escape al control directo de Chávez, tanto la Asamblea Nacional como el Tribunal Supremo de Justicia -arrodillados al poder ejecutivo- se esmeran en entregárselo en bandeja de plata.

De hecho, la instalación del CFG es una farsa. Pero desde el punto de vista político es un gesto del gobierno que hay que mirar con mucha atención. Veamos por qué.

Con la instalación del CFG, el gobierno pretende desmontar la imagen de la centralización y el abuso presidencial desmedidos que ha logrado hilvanar la oposición.

En la práctica, pone contra la pared a las cabezas de la oposición que tienen funciones de gobierno (gobernadores del Zulia, Táchira, Miranda, Nueva Esparta, Lara, Carabobo): si no asistían, quedaban como principales obstáculos para el país. Si asistían, como de hecho ocurrió, corrían el riesgo de ser abordados y puestos en ridículo por el presidente Chávez en su monólogo de instalación.

Los gobernadores opositores no estaban preparados para la reacción de Chávez: esperaban groserías y desplantes y se encontraron con una aparente apertura (que obviamente es falsa). Hasta saludos protocolares hubo entre ellos. Sin dudas, la foto que necesitaba el presidente Chávez para su campaña política.

Los gobernadores fluctuaron entre irse (Salas Feo); reírse compulsivamente como quinceañera nerviosa (Morel Rodríguez); poner cara de niño malcriado (Henry Falcón) y medio sonreír (Capriles Radonski; Pérez Vivas; Pablo Pérez).

El chavismo podrá decir que se abrió un espacio de diálogo a los opositores. De nuevo, la oposición queda sin discurso, petrificada ante un gesto político inesperado. Esos momentos únicos deben ser mejor aprovechados políticamente.

La falsedad del gesto de ayer quedó demostrada en menos de 24 horas, gracias a los insultos del presidente Chávez al gobernador Capriles Radonski (de Miranda): “Capriles es un irresponsable, un embustero, un político de pacotilla"

El gesto altamente cínico de ayer fue destruido hoy por el discurso bárbaro cotidiano.

Lección para la oposición: CONSISTENCIA en todos los escenarios, en todas las circunstancias, en todas las instancias. No se puede caer tan manso en las trampas cantadas del chavismo.

Lo que pudo ser un poderoso símbolo de reunificación y pacificación en el país quedó reducido apenas a un símbolo de la viveza criolla del comandante (el que "pone peines" para que los demás caigan mansitos).










Lamento decir esto, pero esas fotos me recordaron otro gesto político vergonzoso de la Venezuela contemporánea:



Así estamos.

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