Un polvorín llamado Venezuela...

Hoy hemos vuelto a vivir en zozobra. Como desde hace muchas lunas.

La inmensa fractura que recorre a Venezuela se ha hecho evidente una vez más. Las calles de las principales ciudades del país se convirtieron en un doloroso campo de batalla, donde la peor parte la están llevando los jóvenes estudiantes universitarios y de colegios.

La única ventaja que tienen es la numérica. Pero no tienen la ventaja de las armas, de las balas, de la protección y estímulo de la policía, ni del entrenamiento en represión urbana. Las armas y la represión son propiedad del Estado. Un Estado secuestrado por la peor de las mafias que ha pisado nuestro país.

Pero las balas matan. Y la gente se cansa. Como en Mérida.

Hoy, fue asesinado un joven venezolano. Apenas 15 años de vida tenía.

Hoy, fueron heridos de bala varias personas más en Mérida, entre ellas dos funcionarios policiales.

Hoy, fueron reprimidos, gaseados y golpeados decenas de jóvenes manifestantes en todo el país.

Hoy, fueron detenidos varios manifestantes en Valencia (ya en libertad).

Hoy, como ayer... y como posiblemente mañana, se nos seguirá yendo el país por la cloaca inmunda que el gobierno se ha empeñado en ampliar y empeorar para que todos caigamos en ella.

Este polvorín llamado Venezuela está en ebullición. Y tenemos los signos políticos del derrumbe: hoy renunció el vicepresidente de la república y ministro de defensa Ramón Carrizales y su esposa (ministro de ambiente).

El polvorín sigue encendido en Mérida. Y Mérida, por si no lo recordamos, en las últimas décadas ha abierto el camino para cambios políticos a través de la feroz protesta popular y estudiantil.

Hoy, lloramos otro venezolano caído. Pronto amanecerá.

Pronto.

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