Puentes rotos

Las cosas van de mal en peor entre Venezuela y Colombia.

No es cuento que cada vez que el presidente Chávez arma una fábula en su imaginación, todo el universo chavista se mueve para reproducir esa fábula en la realidad.

Es descarada y enfermizamente cierto. Por ejemplo, aquí no hay crisis económica, lo que hay son indicadores económicos que no sirven. Cuando el presidente dice que lo quieren matar, se pierde tiempo y dinero en investigaciones y acusaciones hasta lograr armar un plan de magnicidio más o menos creíble.

Así se mueve el mundo del chavismo. Empobrecido en sus propuestas, retorcido en sus respuestas.

El presidente Chávez viene armando una historia de desencuentros con Colombia, específicamente con el presidente Álvaro Uribe y varios de sus ministros, a quienes ha insultado a más no poder.

Ante la evidencia del apoyo a los delincuentes de las FARC, con las implicaciones de apoyo al narcotráfico y a otros delitos que eso tiene, a Chávez no le ha quedado otra que replegarse y atacar.

Ahora, la historia es de una amenaza de guerra -que sólo ocurre en su mente- pero que todos sus fanáticos tratarán de convertir en realidad.

Comedia en tres actos

  1. El primer acto fue exigir a Estados Unidos y la Comunidad Europea que reconocieran a las FARC y al ELN como lo hacemos aquí. De hecho, dijo en esa oportunidad que nuestra frontera era con las FARC y el ELN, no con Colombia. Ese terrible error ocurrió durante una alocución en la Asamblea Nacional. Nada menos.
  2. El segundo acto, de largo aliento, tratando de torcerle el brazo al gobierno de Colombia a través de la paralización del turismo y comercio de la frontera. Gravísimo error político.
  3. El tercer acto de la comedia es la provocación de incidentes fronterizos, como el de volar unos puentes de uso civil en la frontera, que inexorablemente van a provocar presiones militares al gobierno del vecino país.

Dios quiera que no. Dios quiera que me equivoque, como tantas veces lo he hecho.

Pero para allá vamos. El carro maltrecho va en bajada, sin frenos, en llamas, con un conductor enloquecido y con unos pasajeros que recien comienzan a despertar pero que no pueden bajarse del carro.

Hay que parar inmediatamente la locura belicista del enloquecido presidente venezolano y de sus no menos enloquecidos fanáticos.


¡VIVA VENEZUELA Y VIVA COLOMBIA!

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