Oscar Arias y América Latina

Hace un par de horas se transmitió en TV venezolana una entrevista hecha por la periodista Gladys Rodríguez (Globovisión), al presidente de Costa Rica Oscar Arias.


Una entrevista polémica, desde mi punto de vista.

Oscar Arias (69 años), Premio Nobel de la Paz (1987), abogado, economista, doctor en ciencias políticas, es uno de los políticos con mayor prestigio dentro de la comunidad latinoamericana. Sus aportes a la paz en el doloroso conflicto armado centroamericano de los años ochenta le abrieron el camino al Premio Nobel.

Aún con todas esas credenciales, quedé un poco decepcionado de algunas respuestas del presidente. Ante la pregunta insistente de la periodista sobre qué pueden hacer los ciudadanos ante la arremetida autoritaria de sus gobernantes, el presidente Arias comentó que el pueblo debía permanecer "estoico" y esperar las próximas elecciones... porque ese es el único camino.

Se equivoca don Arias.

El hecho de que los ciudadanos hoy no tengan forma de defenderse de sus gobiernos autoritarios no quiere decir que eso sea lo correcto. Y mucho menos que hay que aguantarse los palazos y la represión estoicamente hasta las próximas elecciones.

Eso lo único que evidencia es lo incompleto e injusto que son los sistemas supranacionales. Que se han convertido en clubes de presidentes, caso OEA, que hacen todo lo posible por defenderse mutuamente... y que cuando se acusan mutuamente, caso UNASUR, no pasa mayor cosa.

Se equivoca don Arias cuando dice que no hay más que esperar. Las constituciones de los diferentes países garantizan salidas legales y legítimas. La vieja tesis de la legitimidad de origen, esgrimida por Arias, está fuera de contexto.

Don Arias, me decepciona su posición. Y siendo usted un estadista, un hombre con una trayectoria y preparación de alto nivel, no quiero ni pensar en personajes que no lo son y que han tenido o tienen el poder en sus manos (casos Chávez; Morales; Ortega; Correa; Lula da Silva; Zelaya, entre otros).

No es suficiente el olfato político. Tampoco es suficiente la preparación. Pero viendo todo lo que estamos viviendo, entendemos que ni el olfato ni la preparación alcanzan, lo cual nos hace lleva a que hay que redefinir los términos del liderazgo que se necesita para los duros tiempos por venir.

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