Honduras resiste

La crisis hondureña, que por extensión ha hecho estallar una crisis política continental, parece no terminar pronto.

Las partes del conflicto no van a llegar a ningún acuerdo, pues todas las propuestas emanadas de la comunidad internacional (con Costa Rica a la cabeza) pasan por imponer el regreso de Manuel Zelaya a como de lugar. Por supuesto, como todo el mundo imagina, ese punto no es aceptado por el gobierno de Micheletti.

A ratos, tengo la impresión de que hay una apuesta general al fracaso de las negociaciones, sean cuales sean las razones. Para los gobiernos de Venezuela, Ecuador, Nicaragua (los del ALBA) es inaceptable la negociación. Si de ellos dependiera, ya hubiesen invadido a Honduras. Pero el mismo Oscar Arias (presidente de Costa Rica) y José Miguel Insulza (secretario general de la OEA) casi han tirado la toalla y de frente hablan de evitar "una guerra civil" inminente.

No entiendo la beligerancia en las expresiones de los mediadores. Parecen apostar a una confrontación. Lo único que se me ocurre, pensando que la política internacional suele ser un ajedrez de grandes piezas, es que los países dominantes de América (Estados Unidos y Brasil), están esperando que Zelaya y su combo se resbalen y pasen la raya para actuar.

Es más fácil capturar a alguien "in fraganti" que a punta de presunciones. Eso es claro. Pero pareciera que Honduras es la carnada que le están tendiendo a los países intervencionistas de América Latina.

No es natural la defensa personal a Zelaya asumida por Chávez, Correa y Kirchner. No es sólo el miedo de que a ellos les pase lo mismo. Parece algo más allá. Unos dicen que Honduras es parte de los caminos importantes del narcotráfico y que varios países sufrirán las consecuencias de un cambio político en ese país. Puede ser. Venezuela abandonó los controles institucionales y abonó el terreno para la corrupción a todo nivel y el narcotráfico ha aumentado.

Pero para Chávez es algo más visceral. Si Zelaya no es restituido, se le dará legitimidad internacional a cualquier acción que ejerzan los militares venezolanos contra él. Y eso lo desencaja de muchas maneras.

Tal vez esté teniendo pesadillas -cuando puede conciliar el sueño-y se ve empiyamado en Quito o en La Paz (con ese frío que hace y él durmiendo con piyamas de algodón), dando una rueda de prensa mientras Correa apura la preparación de un café o Evo le calienta agüita para el mate de coca.

Tal vez la pesadilla incluya al pobrecito pegando gritos despavoridos por el Palacio de Miraflores: "hay un golpe, coño!!!", "me quieren matar", "auxilio!!", "dónde está Diosdado???" y cosas así... tal vez se vea cubierto sólo con una sábana y descalzo corriendo por una pista de aeropuerto y montándose en un avión mientras los militares se burlan de él, le sacan fotos con sus teléfonos y lo graban en video.

Al despertar bañado en sudor -que no en la sangre que quiere para los hondureños-, prepara sus eternos "13 de abril", con la esperanza de que haya algún Raúl Baduel por ahí que se inmole por él y traicione a su país.

Lo único es que Baduel, esta vez, está pudriéndose en la cárcel.

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