¡Así dijeron!

“... Ayer andaban como locos (la oposición), llamando a rebelión popular. ¿Rebelión popular? A la rebelión popular podría llamar yo (…)

... Una cosa es que llamen y otra cosa es que ocurra una rebelión popular. ¿Quieren un rebelión popular, oligarcas, pitiyanquis? ¡Cuidado! Si ocurre una rebelión popular, sería contra ustedes...”

Palabras del presidente Chávez, hace un par de horas, en medio del miedo que le debe estar recorriendo su espinazo.
Desde hace un mes aproximadamente, Chávez ha dicho varias veces cosas parecidas: si hay rebelión popular, será contra los ricos, no contra él o su gobierno.
Esas expresiones son, palabras más palabras menos, iguales a las que dijo hace 20 años Carlos Andrés Pérez (para entonces presidente del país) respecto al 27 de febrero de 1989: eso fue una protesta de los pobres contra los ricos.
No es difícil imaginar el panorama: cuando a Chávez y su gobierno se les vaya de las manos el país, cuando lo tengan incendiado de protestas por los cuatro costados, él saldrá a "ponerse al frente" de esa insurrección (como si la vaina no fuese con él) y tratará de "arrimar esa sardina" a su brasa.
Pero la cosa no es así de fácil. Chávez dice que él sí puede llamar a la rebelión popular. ¿Cómo es eso? ¿Los gobiernos no son garantes del orden? ¿Cómo así que lo que garantiza es el desórden?
Señor Chávez, entienda de una buena vez que usted tiene todos los poderes del Estado, ¡todos! Por eso, una rebelión popular sería contra ese poder desbordado que usted y los suyos ostentan. Los poderosos, señor Chávez, no se rebelan, se defienden de las rebeliones. Y ese es el papelón que usted tendrá que jugar.
Así que olvídese de eso de convocar a nada. Cuando la rebelión comience, si es que comienza, a usted sólo le quedará (si acaso) la garantía de un avión para el Caribe o una cárcel de máxima seguridad en Venezuela.

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